martes, 4 de octubre de 2011

El partido verde; está verde pero no es verde

Edgar J. González Gaudiano

Hace pocos días, se informó de la sustitución de los dirigentes del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), entre ellos Jorge Emilio González Martínez, quien duró diez años en el cargo heredado de su padre, Jorge González Torres, fundador del PVEM, quien también lo presidió durante una década. El cambio no ha sido voluntario, sino porque entró en vigor una reforma estatutaria por mandato del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
El PVEM es un organismo singular de la política mexicana, que no constituye realmente un partido. Se trata de un grupo de interés mayoritariamente formado por amigos y parientes, nucleado en torno de la familia González, que responde a un pragmatismo que le ha permitido conservar e incrementar sus prerrogativas. En el año 2000 se alió con el PAN para apoyar la candidatura de Vicente Fox y cuando éste no le concedió la SEMARNAT a Jorge González Torres, se volteó hacia el PRI con quien participa en todas las elecciones desde 2003.
Gracias a ese pragmatismo, el PVEM ocupa el cuarto lugar como fuerza política del país. Cuando digo que no es verde, es porque si bien su plataforma partidista lo ubica en la defensa del medio ambiente y los recursos naturales, durante su última campaña política (2009-2012) sus dos principales propuestas fueron: la pena de muerte y los bonos para los ciudadanos en caso de que el gobierno no cubriera la demanda de medicamentos. Esta última propuesta asociada al hecho de que Víctor González Torres, el famoso Doctor Simi, es hermano de Jorge.
La propuesta de la pena de muerte le valió al PVEM que el Partido Verde Europeo le retirara el reconocimiento como partido verde y fuera expulsado de Global Verde, la red internacional de partidos verdes. Ningún ambientalista serio en el país forma parte del PVEM, porque está lejos de representar una opción ambientalista. Pero ha sabido capitalizar bien la preocupación nacional por el deterioro del medio ambiente, lo que le ha valido construir una fuerza electoral propia independientemente de sus alianzas. Sus proclamas han fluctuado del rechazo a las corridas de toros a la pena de muerte a asesinos y secuestradores –como ya se dijo-, pasando por la defensa de los indígenas a los que un tiempo usó como escenografía de sus spots televisivos. También ha usado en su propaganda a artistas, como Raúl Araiza, quien ni es del verde ni es ambientalista, pero puso la cara sólo porque le pagaron para impulsar lemas como “Si el gobierno no te da medicinas que te las pague” o “No votes por un político, vota por un ecologista” (este fue el lema de 1997).
El “niño verde”, ahora flamante ex presidente, seguirá formando parte del Consejo Político Nacional, junto con otros 27 militantes distinguidos y su padre, pero seguirá también ocupando algún cargo político, ya que en los últimos 15 años ha sido asambleísta, diputado federal, senador y de nuevo diputado federal.
¿Qué es lo que podemos esperar del PVEM para las próximas elecciones?
Para nadie es una sorpresa que siga aliado con el PRI, y que ya se haya manifestado el respaldo a la candidatura de Peña Nieto. En un país donde las elecciones se esperan reñidas, el aporte aunque sea de un pequeño porcentaje de votos puede ser la diferencia, por lo que pese a la ventaja que se presume tiene el PRI es seguro que refrendarán su alianza con el Verde.
Pero a nivel de plataforma política se verá cómo oportunistamente levantarán como bandera alguna de las demandas más sentidas de la población como la seguridad o el empleo, aunque no hagan nada al respecto y sea una nueva simulación, sólo porque es lo que la gente quiere escuchar. Y para amarrar espacios en los medios, seguramente postularán a representantes de los intereses de Televisa y TV Azteca, como ya han estado haciendo.
Todo ello demuestra fehacientemente que el PVEM no es realmente un partido político, entendido como una asociación con una ideología y principios propios que representa los intereses y valores de un sector de una sociedad, sino un burdo negocio familiar que lucra con las prerrogativas que le otorga el Estado mexicano y con el tráfico de influencias. A principios de 2004 se trasmitió un video donde aparece Jorge Emilio González negociando un soborno por dos millones de pesos para favorecer a empresarios turísticos en Cancún, pero no pisó la cárcel ni se inició una averiguación previa.
No podemos creer nada de lo que ofrezca ese dizque Partido. Si lo analizamos desde la dimensión estatal, aquí el Verde no pinta ni siquiera verde claro, no sólo porque no tiene el registro en el estado, sino porque sus preclaros representantes no han apoyado, ni apoyan, ninguna de las muchas luchas que se están dando en defensa del medio ambiente y de los recursos naturales veracruzanos. ¿Acaso les han oído pronunciarse por los problemas de la mina Caballo Blanco, las represas en curso, la Tembladera o el Sistema Arrecifal Veracruzano? ¿Verdad que no?

Artículo publicado en La Jornada Veracruz, 3 de septiembre de 2011