jueves, 14 de agosto de 2014

El consumo de distinción, una lacra social



El consumo de distinción, una lacra social[1]

Edgar J. González Gaudiano[2]

Recientemente en una visita a la Ciudad de México, al pedir en un restaurant una botella de agua mineral el mesero me preguntó si quería Perrier, Pellegrino o Fiji. Obviamente le pedí una marca nacional, pero el asunto me echó a perder un poco la comida. El agua Perrier proveniente de Francia, Pellegrino de Italia y la otra de las Islas Fiji. Todas ellas envasadas de origen, a distancias de más de nueve mil kilómetros de México.
No quiero imaginarme siquiera la cantidad de energía que se requiere para trasladar botellas llenas de agua hasta nuestro país, para que la gente que se quiere sentir diferente a los demás pueda consumirla como si fuera toda una experiencia gastronómica. ¡Es solo agua! ¡H2O! Todas las presuntas propiedades que se aducen de esa agua es sólo una persuasiva estrategia de marketing para engañar bobos.
Cada día confirmo con profunda tristeza lo efectivos que son los estudios sociales de las grandes corporaciones multinacionales, para conocer y luego explotar nuestras debilidades y aspiraciones mediante la oferta de servicios y productos insustanciales y frívolos a los que respondemos como autómatas. Ahí está la fila de gente de clase media quizá preocupada con el costo de los útiles y materiales didácticos que demanda el nuevo ciclo escolar de sus hijos, pero que se forma en una fila en el centro comercial Perisur para adquirir una lata de Coca Cola con su nombre, que exhibirá ostentosamente sobre algún mueble de la sala de su casa.
Así como ahora se ha puesto en marcha la campaña largamente esperada para combatir el consumo de comida chatarra para contribuir a  reducir el serio problema de obesidad que padecemos en el país, los educadores tendríamos también que empezar a hacer nuestra parte para promover el consumo de bienes nacionales, de frutas y verduras de temporada, de productos locales y regionales.
Ello no sólo será más barato, sino que estaremos apoyando los empleos que tanto necesitamos, disminuyendo impactos ambientales e impulsando las economías regionales, entre otros muchos beneficios. También contribuiremos a centrarnos en las cosas que verdaderamente importan, a liberar nuestra mente de toda la basura que recibimos de la publicidad y la propaganda.
Todo ese cuento de los pequeños lujos para hacernos sentir fugazmente diferentes de lo que somos, nos distrae e impide poner atención a los graves problemas que están reduciendo aceleradamente nuestra calidad de vida.  Parafraseando a Bourdieu las prácticas de consumo son comportamientos estructurados de acuerdo con el hábitus de clase que se construyen como expresiones dinámicas de una posición social. Pero los hábitus son también estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes de prácticas y representaciones sociales; es decir, son el sustrato de los sistemas de creencias y comportamientos que empleamos para tomar decisiones en diferentes aspectos y momentos de nuestra vida. 
El consumo de supuesta distinción, es un consumo superfluo que irrita más en una sociedad con tantas necesidades básicas insatisfechas como la nuestra. Este tipo de consumo es un elemento sustantivo de la espiral infinita de modas y necesidades creadas que generan el sentimiento de insaciabilidad que interesa al sistema económico vigente para maximizar la dinámica de una producción incesante, a costa de lo que sea. Cuando permitimos etiquetar nuestras vidas con marcas afamadas la vaciamos de sentido y significados relevantes. Por eso todo el año somos bombardeados compulsivamente, desde la navidad hasta el día de la madre, pasando por un sinfín de celebraciones, para convencernos del presunto prestigio social de adquirir las últimas novedades del mercado, hasta que el destino nos alcance.


[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el jueves 14 de agosto 2014.
[2] Coordinador de la Cátedra UNESCO – UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”. http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx

sábado, 2 de agosto de 2014

El circo del Partido Verde



El circo del Partido Verde

Edgar Javier González Gaudiano[1]

La iniciativa promovida por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), acerca de la ley de circos sin animales, que ya ha sido aprobada en varias entidades del país, ha generado un interesante debate en los medios. Si bien la vida circense es toda una tradición cultural de más de doscientos años en nuestro país que la decisión pondría en cierto riesgo, el Cirque du Soleil que es uno de los más acreditados espectáculos escénicos de este tipo, tiene como una de sus reglas no emplear animales.
La iniciativa ha concitado interés público porque se sabe que en general los animales de circo tienen una vida miserable llena de sufrimiento, debido a los métodos de entrenamiento y control a base de recompensas y castigos (estímulo-respuesta), al encierro prolongado e impropio y al stress que provocan los traslados y la exhibición continua. Y no hablemos de los casos difundidos de mutilación de garras y colmillos. Hasta una de las expresiones populares lo indica: Le dieron una chinga de perro bailarín.
No obstante, en lo que no existe duda alguna es en el oportunismo del PVEM. Promover esta ley en el marco del proceso de reforma energética parece ser un distractor más. Ciertamente, ese ha sido uno de los comportamientos del Verde desde su fundación a mediados de los años ochenta: Impulsar medidas efectistas de gran cobertura mediática, para ocultar el extravío de su ideario fundacional y la cortedad de sus propuestas electorales.
Lo anterior se repitió con su insólita campaña en favor de la pena de muerte a secuestradores (2008), por la que fue expulsado en 2009 del Partido Verde Europeo que congrega a más de tres decenas de partidos políticos y de la organización mundial de partidos ecologistas, la Global Verde, de la que fue miembro fundador gracias a un gran despliegue de recursos. Desde los años noventa ha impulsado una fracasada campaña en contra de las corridas de toros, pero no ha promovido nada en contra de las peleas de gallos, los hipódromos, galgódromos, acuarios y delfinarios, etc. que en todo caso, tendrían problemas semejantes a los que denuncian en cuanto a los circos.
Si los miembros del Verde tuviesen una genuina preocupación por la calidad de vida de los animales, ya estarían financiando estudios y promoviendo políticas públicas relacionadas con el tráfico de especies silvestres; con la destrucción del hábitat por el cambio de uso de suelo y la desforestación; con la sobrepesca, las técnicas de arrastre y el destino de la fauna de acompañamiento; con los métodos de sacrificio de animales para consumo humano; con  el control sanitario de la fauna urbana, especialmente de perros y gatos callejeros; con ciertas formas de actividad cinegética; con las condiciones productivas de alimentos de origen animal que implican, por ejemplo, a gallinas ponedoras y vacas lecheras; con la introducción de especies exóticas como mascota u ornato; con el control de especies invasoras; con la experimentación con animales por parte de las industrias farmacéutica y cosmética; con la erradicación de mitos y falsas creencias asociadas a algunas especies a las que se atribuyen propiedades para incrementar la potencia sexual, como los huevos de tortugas marinas o se les acusa de embarazos indeseados, como a las salamanquesas, factores que contribuyen a su amenaza y extinción; con la regulación de los deportes todoterreno (off-road, downhill) que circulan en zonas no aptas para vehículos con fuertes  impactos en el ambiente natural al espantar, destruir nidos, compactar el suelo, etc. Nada de esto ha ocurrido.
Numerosos analistas y expertos ambientalistas coinciden que el PVEM  constituye una franquicia familiar que se amolda camaleónicamente a los intereses de sus aliados políticos, lo que le permite conservar su registro y sobre todo sus cuantiosas prerrogativas. Por ello sin pudor alguno ha apoyado al PRI en la actual discusión de la reforma energética en temas como el de la explotación del aceite y el gas en lutitas mediante la tecnología de fractura hidráulica (fracking), a pesar de la información científica disponible y las múltiples advertencias y denuncias existentes sobre sus severos impactos ambientales.
Gracias a los recursos públicos que recibe y para lograr una mayor penetración en la opinión pública, el PVEM acude a los servicios de conocidos actores de Televisa y TV Azteca; en el caso de los circos, a Sergio Mayer, que ni tiene ni ha tenido una preocupación ambientalista. Ocurrió también con Maité Perroni y Raúl Araiza durante la pasada elección, donde lo ambientalista curiosamente ya se les olvidó hasta que aparezca el nuevo contrato. Muy lejos están estos personajes de la actitud responsable de otras celebridades internacionales como Leonardo di Caprio, Sir Paul David Hewson (Bono de U2), Gisele Bündchen, Cindy Crawford, Brad Pitt, Julia Roberts y, en nuestro país, Emmanuel y el grupo Maná, por mencionar sólo algunos con sus diferencias, que sí han demostrado su compromiso, invierten, crean fundaciones y abogan continuamente por estas causas.
En fin, la actual campaña del Verde sobre los circos me parece que es sólo eso: un circo de frivolidades. Un episodio más de una trayectoria consistente de casi treinta años por parte de una organización formada por advenedizos emparentados y sus amigos, que han prostituido la preocupación ciudadana por el deterioro del medio ambiente para medrar con el presupuesto público y corromper aún más la vida política del país con su oportunismo electorero disfrazado de causas verdes. Se trata de una organización que fomenta el crecimiento de una fauna política endémica, altamente nociva, depredadora e invasiva que los ciudadanos debemos proponernos erradicar, mientras más pronto mejor.


[1] Coordinador de la Cátedra UNESCO - UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”. http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx/ Publicado en La Jornada Veracruz, el sábado 2 de agosto de 2014. http://www.jornadaveracruz.com.mx/Nota.aspx?ID=140802_001032_123