miércoles, 26 de noviembre de 2014

El Programa de Acción Mundial en Educación para el Desarrollo Sustentable




El Programa de Acción Mundial en Educación para el Desarrollo Sustentable[1]

Edgar J. González Gaudiano[2]

Del 10 al 12 de noviembre se celebró en Nagoya, Japón, la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Educación para el Desarrollo Sustentable. El evento constituyó el cierre del Decenio de la Educación para el Desarrollo Sustentable (2005-2014). Fue un evento extraño porque era por invitación. Según los datos que ofrecieron durante la clausura asistieron 1005 delegados, de 148 países y 74 ministros y viceministros de educación. Yo pude asistir a guisa de especialista en el tema por invitación de la UNESCO.
Lo cierto es que los datos no concuerdan, cuando menos a nivel de representaciones oficiales. Durante el acto inaugural y aprovechando que estábamos en la primera fila del segundo piso y dominábamos la escena, Javier Benayas, un colega español sentado a mi lado se puso a contar los espacios ocupados destinados a las delegaciones oficiales. Había sólo 49 países asistentes de 75 anunciados, de los cuales 20 eran africanos, 11 asiáticos, 9 europeos, 5 de oriente medio, 2 de América Latina (Cuba y Costa Rica) y dos estados insulares del Caribe y del Pacífico. México estaba presente pero como la representante no era del sector educativo, sino de relaciones exteriores, no ocupó el lugar del delegado correspondiente. En suma, hubo un gran desdén de parte de muchos países importantes.
Durante la inauguración se anunció la creación del Premio UNESCO-Japón de educación para el desarrollo sustentable, así como que las resoluciones de esta conferencia se llevarían al Foro Mundial de Educación a celebrarse del 19 al 22 de mayo en 2015, en Incheón, Korea.
Como siempre, la conferencia fue un recuento de “los grandes esfuerzos realizados y los logros obtenidos” durante el decenio. La Sra. Irina Bokova, directora general de la UNESCO, mencionó dos veces que se trataba de “conclusiones elocuentes” por los cambios que se habían dado a nivel de concienciación y en los sistemas educativos. Hablando con algunos colegas que participaron en la elaboración del informe general, me mencionaron que los términos del informe original habían sido maquillados, para dar énfasis a los logros de pequeños países eliminando buenos avances producidos, por ejemplo, en Suecia, Alemania Holanda y Canadá.
El decenio se había propuesto posicionar el concepto de educación para el desarrollo sustentable en los sistemas educativos, pensándolo como una articulación de una serie de diez temas educativos, entre los que se encontraban los derechos humanos, la salud, el medio ambiente, el desarrollo regional y las tecnologías de la información y la comunicación, entre otros. Con ello se pretendía consumar el intento de sustituir a la educación ambiental por la educación para el desarrollo sustentable, con la idea de darle un enfoque más social, económico y político.
La integración de la propia conferencia fue reveladora de ese precario resultado. En la misma participó por video conferencia Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA, pero no estaban, ni participaron por vía alguna, representantes del PNUD, la FAO, o la OMS, por ejemplo, como era de esperarse si el decenio los hubiese interpelado. Sólo el PNUMA aparte de la propia UNESCO se hizo presente en los talleres, lo que evidencia que la política de educación para el desarrollo sustentable ha seguido ceñida a los temas del medio ambiente. Situación que podemos constatar también en lo que respecta a las funciones del gobierno federal en nuestro país.
Las participaciones de los ministros y viceministros de educación se enfocaban en mencionar lo que se había logrado, los factores de éxito, las sinergias institucionales. Todos con grandes números en relación con maestros capacitados, alumnos atendidos, centros creados. Grecia por ejemplo, haciendo referencia a la Conferencia de Tesalónica de 1997; Turquía mencionando el problema del millón y medio de refugiados sirios que hay en su territorio; Canadá señalando que si bien la educación es competencia de las provincias y territorios, la educación para el desarrollo sustentable es una de las ocho áreas prioritarias para hacer énfasis en lo local; Arabia Saudita hablando de la formación de recursos humanos para transitar hacia la sociedad del conocimiento; Chipre solicitando mecanismos de financiamiento; Antigua sobre la colaboración con pequeños estados insulares vulnerables; Malawi enfatizando la formación de docentes para un nuevo plan de estudios; China sobre el fomento de intercambios internacionales para cerrar la brecha; Suecia mencionando el compromiso político y que si todo el mundo viviera como los suecos se necesitarían tres planetas. Es decir, cada uno con su tema.
Algo de llamar la atención a los mexicanos fue la participación del líder del SNTE Juan Díaz de la Torre, anunciado como catedrático, que asistió con un séquito de al menos seis personas. Habló de cómo tienen que cambiar los maestros. Que el problema no está en las aulas porque los maestros tienen disposición de acabar con el analfabetismo. Bernardo, el representante de los jóvenes que estaba en el mismo panel, le respondió que los maestros no están preparados para el cambio y que esto es ocasionado porque a los maestros se les enseña que no pueden cambiar al mundo. Díaz de la Torres replica que hay cambios pero no de la dimensión que se necesitan. Se leen menos libros y el rol que desempeña el docente en el proceso educativo es cada vez más incierto. Pero que hay que ser optimistas, porque si el cambio no se hace desde el sector educativo no se va a hacer desde ningún otro lado.
Algunas buenas actividades fueron las conducidas por La Carta de la Tierra o los talleres de Asociación Global de Universidades por el Medio ambiente y la Sustentabilidad (GUPES, por sus siglas en inglés) que promueve el PNUMA. Lo que más me llamó la atención fue la hospitalidad y la cortesía japonesa. No sólo de los patrocinadores y organizadores del evento, sino incluso de la gente en la calle, en el metro, que respondían solícitos a cualquier consulta, aunque no supieran Inglés. No he visto esto en ninguna otra parte del mundo.
Durante la conferencia nadie habló de decrecimiento, cuando se solicitaron ideas de cómo impulsar la educación para el desarrollo sustentable. Todos mencionaron las ideas trilladas de siempre: reciclar, aprovechar residuos, ahorrar energía, etc. Esto es, acciones individuales, aisladas, granitos de arena, cuando se requiere emprender desafíos colosales para cambiar la trayectoria de colisión que llevamos como civilización.
El hecho de que la mayoría de los países asistentes fueran países en desarrollo imprimió a la conferencia un sentido de “soluciones para pobres”, que insistían en la promesa del desarrollo para satisfacer sus aspiraciones de paz, justicia, bienestar. No estuvo presente ahí la discusión sobre la opulencia, el derroche, la desigualdad. Incluso en el taller sobre cambio climático en el que me habían pedido elaborar la relatoría, ante la emergencia que se vive por este complejo fenómeno, las estrategias recomendadas fueron un poco más de lo mismo. Pudimos filtrar algunas sugerencias de ir más allá de la alfabetización científica y denunciar la equivocación de desacoplar la educación del cambio climático de otras problemáticas ambientales y sociales, pero no se pudo hacer mucho más y a ver si no lo censuran en la edición final.
En fin, veremos que nos trae el nuevo Programa de Acción Global que pretende proponer a los gobiernos metas concretas y plazos perentorios. No sé si es por mi estado de ánimo por todo lo que está pasando y lo que no está pasando en el país, pero la verdad es que no hay que esperar mucho.



[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el miércoles 26 de noviembre de 2014.
[2] Coordinador la Cátedra UNESCO – UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”.
http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Lexicografía de la corrupción

Lexicografía de la corrupción[1]

Edgar J. González Gaudiano[2]

Si entendemos a la lexicografía como una disciplina que sistemáticamente colecciona y explica las palabras  de un lenguaje,  podemos inferir que el mundo de la corrupción en el que vivimos representa todo un objeto de estudio. En ese mundo encontramos unidades léxicas tales como el moche, la transa, la mordida, el chayote, el cochupo, el entre y el chanchullo, entre muchas otras que dan origen a todo un diccionario de la corrupción que constituye el lubricante del sistema político mexicano.
Tal diccionario representa un mundo lleno de sentido que sólo puede entender el mexicano y los mexicanólogos. Pero no porque, como dijera Peña Nieto, la corrupción sea un “problema de orden cultural” de nuestra sociedad, sino porque es un modus vivendi de la clase gobernante del país que hemos tenido que padecer. Está en sus cromosomas. El gobierno y gran parte del sector privado que opera como socio está integrado por delincuentes de cuello no tan blanco, pero con patente de corso para extorsionar, chantajear, atracar, “proteger” y un sinfín de comportamientos que no forman parte de los manuales de puesto de la esfera pública, pero que se aplican como un sistema infalible que tiene como resultado un pacto de impunidad. Tú no investigas a los míos y yo no exhibo a los tuyos.
Siendo el sistema político mexicano tan corrupto (estamos en el lugar 106 de 175 países según Transparency International 2013, entre Gabón y Nigeria) no es difícil pensar lo sencillo que ha sido para la delincuencia organizada hacer alianza con los ínclitos representantes de los tres órdenes de gobierno y de los poderes judicial y legislativo.  Las prácticas de corrupción como el abuso de poder, los acuerdos en lo oscurito, el soborno, el cohecho, la malversación, el fraude y el tráfico de influencias continúan devastando a las sociedades en todo el mundo, señala esta organización internacional.
Ello da como resultado que aquí estemos hechos polvo. Que si la estela de luz, que si la línea del metro, que si los puertos y las aduanas, ya no digamos los reclusorios y los rescates bancario, carretero, azucarero, etc. etc. Todo, absolutamente todo se lubrica para poder medio funcionar. Según el Índice Nacional de Corrupción y Buen Gobierno, en 2010 en nuestro país se identificaron 200 millones de actos de corrupción en el uso de servicios públicos provistos por autoridades federales, estatales, municipales, así como concesiones y servicios administrados por particulares.
Según ese mismo estudio, en ese año una “mordida” costó a los hogares mexicanos un promedio de $165.00. Para acceder o facilitar los 35 trámites y servicios públicos medidos por Transparencia Mexicana se destinaron más de 32 mil millones de pesos en “mordidas”. En promedio, los hogares mexicanos destinaron 14% de su ingreso a este rubro. Como diría el clásico, “el que no transa no avanza” y “mientras más obras, más sobra”.
La corrupción afecta en forma directa a los derechos fundamentales y libertades públicas de los ciudadanos. En otras palabras, atenta contra los derechos humanos y no sólo contra la Administración Pública. Según Peña Nieto “la corrupción somos todos” porque se trata de un problema de orden cultural del que nadie está exento. Pero ¿somos todos Kemo Sahbe?
Ya veremos si con lo de Ayotzinapa empiezan a caer los verdaderos responsables o se pondrán en operación los usuales procedimientos de encubrimiento generalizado.
Ya sabemos que fue el Estado. Los queremos vivos.





[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el miércoles 5 de noviembre de 2014.
[2] Coordinador la Cátedra UNESCO – UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”. http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx

lunes, 3 de noviembre de 2014

Decadencia moral e insolidaridad social



Decadencia moral e insolidaridad social[1]

Edgar J. González Gaudiano[2]

Algo terrible nos ha ocurrido como sociedad. Es posible constatarlo todos los días. Durante las últimas semanas con motivo de las protestas por la barbarie de los estudiantes de Ayotzinapa, esa apreciación se encuentra a flor de piel.
Hemos visto, por ejemplo, cómo algunas personas se indignan porque un grupo de muchachos bloquea el tráfico o les impide el acceso a un supermercado y exigen la intervención de la fuerza pública para poner orden. Pero esas mismas personas ven con una gran indiferencia la muerte y desaparición de jóvenes por considerarlo algo ajeno de sus vidas. Los medios electrónicos han contribuido a esa criminalización de la protesta social.
Hace unos días el propio Banco de México señaló que los recientes acontecimientos sociales en el país podrían afectar el crecimiento económico. Aunque por ese opaco concepto de acontecimiento social puede entenderse casi cualquier cosa, no se requiere ser un especialista en análisis de discurso para percatarse que se está refiriendo a los hechos de Ayotzinapa, Tlaltlala y la crisis en el Politécnico Nacional, entre otros. 
Más aún pareciera que no son los hechos en sí mismos, sino las consecuencias sociales derivadas que han tenido gran cobertura internacional. Es decir, lo que nos está afectando según esta peculiar lectura de la realidad no es la omnipresente corrupción y la ingente violencia contra la población, ni la persistente impunidad, ni la creciente intervención de los intereses de la delincuencia en la estructura política del país, ni la descomposición del tejido social, tampoco la ingobernabilidad en vastas regiones.  Si eso fuera lo que se encontrara en el fondo de sus declaraciones, ya las habrían emitido mucho antes porque esos fenómenos ya tienen tiempo entre nosotros. Es la reciente protesta social la que podría ser causante de una “evolución de la actividad económica menos dinámica de lo prevista” . Dan ganas de vomitar. Es nauseabundo.
Hasta intentaron encontrar evidencias de que los estudiantes estaban coludidos con los cárteles de Guerrero. De ese modo, podrían desactivar la inesperada reacción social y darle el mismo tratamiento que le han dado a las decenas de miles de muertos en el país: No investigar nada porque se trata según ellos de ajustes de cuentas entre delincuentes. De ese modo podrían atenuar también la creciente opinión pública acerca de la ineptitud, ineficiencia e incluso complicidad de numerosos elementos de los tres órdenes de gobierno que no han podido darle cuentas claras a una agraviada nación sobre esos hechos.
Los voceros de la tele denuncian que hay infiltrados en las marchas que van encapuchados, y que resguardados en ese anonimato cometen desmanes; pero no dicen nada del hostigamiento, la intimidación, el registro y la vigilancia constante que la policía y sus madrinas han estado ejerciendo contra aquellos que toman la palabra en las asambleas. Tampoco justifico los destrozos y menos aquellos que se cometen en contra de pequeños comerciantes y ciudadanos en el afán reivindicativo. Habría que distinguir, sin embargo, entre los se cubren para no ser posteriormente reprimidos, de los oportunistas agitadores que aprovechan cualquier conflicto para llevar agua a su molino.
Pero los voceros de la tele con todo lo que está pasando y lo que no está pasando, quieren que todo regrese a la “normalidad” democrática. A esa normalidad que implica la aceptación sumisa de la transa y la repartición del país que muchos políticos interpretan como aprobación; normalidad que significa la dócil resignación de un estado de cosas putrefacto; normalidad democrática es la indolente pasividad social que tanto aprecian.
Los voceros de la tele, los “telectuales” según ese ingenioso concepto acuñado por El Fisgón, consideran que ya se ha dañado mucho la imagen internacional del país; que se alejarán las anheladas inversiones por las reformas; que se desacredita progresivamente a las instituciones del Estado. Esas mismas instituciones que han sido pervertidas por los mezquinos intereses de los grupos políticos y económicos que controlan el país.
Crece el clamor por cambios profundos en la estructura política y judicial del país. Esas será las verdaderas reformas estructurales.

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[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el lunes 3 de noviembre de 2014.
[2] Coordinador de la Cátedra UNESCO – UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”. http//: edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx