martes, 10 de marzo de 2015

Discurso pronunciado por el doctor Edgar J. González Gaudiano, con motivo de la presentación ante el Consejo Universitario General de la Universidad Veracruzana, de la doctora Lucie Sauvé para recibir el doctorado Honoris Causa, el 8 de marzo de 2015.

Es un gran honor y privilegio haber sido designado en esta ceremonia de investidura del grado de doctor Honoris Causa para presentar a la doctora Lucie Sauvé ante este Honorable Consejo Universitario General. Los usos y costumbres académicos refieren que esta tarea consiste en hacer una cavilación sobre sus méritos, lo cual se hace muy difícil debido a que a la admiración y respeto en la relación académica que mantengo con la doctora Sauvé desde hace más de quince años, se ha añadido a lo largo de este tiempo el cariño y el apego en una relación de gran amistad con Lucie. Por lo mismo mis palabras irán teñidas de una fuerte dosis de emoción.
El Reglamento de Reconocimiento al Mérito Universitario de la Universidad Veracruzana consigna que el doctorado honoris causa podrá ser conferido a quienes por su contribución a las ciencias, a las letras o a las artes, hayan realizado una labor extraordinaria para el mejoramiento de las condiciones de vida o del bienestar de la humanidad. En este enunciado existen dos condiciones sustantivas: el de una trayectoria académica relevante y una contribución social ejemplar.
Se trata del reconocimiento de un vínculo que ha de ser íntimo y fecundo. La Universidad como máxima expresión de una conciencia ilustrada y la irradiación de sus efectos más benéficos al seno de la sociedad en la que se halla inserta, para a su vez ser enriquecida por ésta. Es una articulación de interdependencia y continua transformación del entorno social y de la propia comunidad universitaria, para construir una mejor Universidad y una mejor Sociedad.
En este marco, la expresión más digna de una Universidad es el reconocimiento de una trayectoria de excelencia mediante uno de sus actos más solemnes: la investidura de un Doctor Honoris Causa por sus méritos superiores en la tarea científica, humanística o artística y por sus potentes contribuciones a la sociedad y por la lucha en busca de ideales eximios y defensa de derechos, sobre todo de los más desprotegidos. En ese acto la Universidad honra a la vez que es honrada.
Por todo ello, ha sido para mí muy difícil expresar en pocas palabras, una trayectoria tan intensa, tanto a nivel científico como pedagógico y con un apasionado compromiso social.
Conocí a Lucie Sauvé en 1999, cuando asistió al primer Congreso Nacional de Investigación en Educación Ambiental, realizado en el Puerto de Veracruz, bajo los auspicios de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, del gobierno federal, y de la Universidad Veracruzana. Ya había leído algunas de sus publicaciones y me había sorprendido su claridad conceptual y su compromiso político con el campo de la educación ambiental. Por ese motivo fue que la invité a participar en el congreso sin grandes expectativas de que viniera. Aceptó participar enseguida y su intervención en el evento fue inspiradora, marcando la pauta de lo que debía ser a su juicio una verdadera investigación en educación ambiental.
Las obras de Lucie Sauvé son lecturas obligadas en los procesos formativos en esta área y es la autora extranjera más citada en las tesis de licenciatura y posgrado en educación ambiental en México y en muchos otros países latinoamericanos. Ha sido tan claro su compromiso con nuestra gran región que refrenda que su provincia de Quebec es también América Latina.
Antes de continuar permítanme por un momento explicar lo que significa ser casi una autora de culto en el campo de la educación ambiental. Este campo no sólo es un campo emergente tanto en la política educativa como en la política ambiental, sino que es muy vulnerable a los vaivenes institucionales incluso internacionales, así como a los devaneos de los funcionarios en turno, como ocurre actualmente en México con el Partido Verde al frente de la Semarnat.
En nuestro país, la educación ambiental nunca ha estado bien posicionada en la política ambiental ni en la educativa, por lo que sus programas aún los exitosos son muy inestables y tienen una permanencia no mayor de un sexenio. En lo internacional, la educación ambiental sigue estando fuertemente amenazada ahora por la educación para el desarrollo sustentable, propuesta encaminada a impulsar una estrategia educativa vana que pretende someter aún más la conservación ecológica y la protección del medio ambiente al crecimiento económico a toda costa. De este modo, la educación ambiental no es un campo pedagógico que fascine a muchos grupos de interés, antes bien es combatida desde numerosos ángulos.
Es por ello sobresaliente y debiese ser del mayor interés político y social en México, el trabajo que la Dra. Sauvé desarrolla desde 2011 como líder de un colectivo científico sobre la cuestión del gas de esquisto o de lutita, consistente en hidrocarburos en estado gaseoso que se encuentran en formaciones rocosas sedimentarias de grano muy fino y cuyo proceso de extracción implica enormes impactos ambientales de diverso tipo. Es la llamada fractura hidráulica o fracking, que ha sido denunciada y prohibida en varios países. No en el nuestro, por cierto.
En este grupo encabezado por la Dra. Sauvé participan 169 científicos de diversos campos disciplinarios y distintas instituciones, cuya misión es ejercer una vigilancia crítica sobre el sector de actividades de gas de esquisto en el tema energético en Quebec. Desde hace cuatro años, el colectivo desarrolla un inventario de documentación científica y la hace accesible a lectores no científicos y a todos aquellos interesados en un problema que afecta la calidad de sus vidas. Se encuentran disponibles en línea más de quinientos documentos para estos propósitos. Asimismo, el colectivo participa en los debates y consultas públicas, organiza conferencias de expertos y realiza análisis sobre diferentes aspectos de esta seria problemática. Desde 2011, el colectivo científico sobre el tema del gas de esquisto en Quebec se pronunció a través de varias proclamas cuya producción fue coordinada por ella.
Quisiera destacar ahora, remitiéndome sólo a ciertos datos principales que revisten su trayectoria, algunos rasgos significativos que hemos de retener de la misma. Lucie Sauvé es profesora titular del Departamento de didáctica de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Quebec en Montreal (UQAM). En dicha institución funge como Directora del Centro de Investigación en Educación, Formación Ambiental y Ecociudadanía. El Centro inscribe sus actividades en el contexto de la sociedad actual y sus integrantes orientan su labor hacia el “bienestar común”, la equidad socioecológica y nuestra relación con el mundo. Con este Centro hemos suscrito un acuerdo de colaboración para el intercambio de experiencias, así como para la movilidad académica y de estudiantes, lo que ha contribuido a que el Cuerpo Académico «Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo» del Instituto de Investigaciones en Educación, haya adquirido el nivel de consolidado.
La doctora Sauvé es de Pedagogía ha colaborado con gran generosidad en programas de docencia en numerosas universidades de varios países, entre los que se encuentran Francia, Bélgica, Haití, Mali, Guinea, Brasil, Bolivia, Colombia y México. Estamos programando su participación en el Instituto de Investigaciones en Educación de nuestra casa de estudios.
Ha publicado cerca de una docena de libros de autor y ha dirigido quince publicaciones colectivas y ha participado en más de setenta libros colectivos publicados en diversos países y en distintas lenguas. Cuenta con más de un centenar de artículos en revistas indexadas, muchos de ellos por invitación. Su producción de material didáctico con fines formativos es impresionante, destacando los 23 módulos desarrollados entre 1999 y 2003 que constituyen una síntesis inédita del campo de la educación ambiental, concebidos para la educación a distancia. Asimismo, los once documentales en video con su correspondiente guía pedagógica, desarrollados entre 2002 y 2010 en apoyo a diversos temas ambientales en los que destacan la salud comunitaria, la alimentación y la energía.
La doctora Sauvé fue titular durante diez años la Cátedra de Investigación de Canadá en Educación relativa al Ambiente (2001 a 2011), que son cátedras nacionales a concurso que no tienen equivalente en nuestro país, desde la cual desarrolló una estructura de investigación que está disponible con el objetivo de contribuir al despliegue de una ecociudadanía, tomando en cuenta el contexto de influencia de la sociedad contemporánea.

La doctora Lucie Sauvé es una ferviente convencida de que la pedagogía exige una postura optimista frente a los desafíos y los problemas que nos aquejan. Con este doctorado honoris causa, queda así enlazada para siempre a esta casa de estudios, cuya vocación por el saber y la generación de conocimiento se enaltecen con su ilustre pertenencia a nuestra comunidad universitaria.

Palabras de la Doctora Lucie Sauvé con motivo de la recepción del Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad Veracruzana el 8 de marzo de 2015.

En primer lugar, deseo manifestar un enorme agradecimiento
al Consejo General Universitario,
a la Rectora Dra. Sara Ladrón de Guevara y
a la Secretaria Académica Mtra. Leticia Rodríguez Audirac.

Me interesa compartir con ustedes que uno de los más preciosos regalos de mi vida profesional,
además de este momento tan especial,
ha sido la colaboración con colegas de México y en general de América Latina.

He tenido la  posibilidad de acercarme al pensamiento latinoamericano en el campo de la educación ambiental,
con sus aspectos epistemológicos, éticos, políticos, pedagógicos.
A través del pensamiento de mis colegas, a través de sus textos
y los encuentros, me he sentido como en casa.

Formamos una comunidad de investigadores y educadores conscientes de la estrecha relación entre las realidades sociales y ecológicas;
conscientes de la dimensión política de la educación,
y en particular de la educación ambiental;
de su papel fundamental para transformar la red de relaciones entre las personas, los grupos sociales y el ambiente;
… es decir, con el conjunto de los sistemas de vida de los cuales formamos parte. 

Estamos preocupados por una mejor integración de la EA
en los sistemas educativos, desde la primaria hasta la universidad. 
Y también preocupados por la integración de la EA en los diversos sectores de la sociedad civil.




En esta perspectiva, nuestras universidades desempeñan un papel de primera importancia,
integrando la dimensión ambiental – es decir socio-ecológica –
en las diversas carreras,
en los programas de investigación y en la vinculación social;
Integrando el campo de la EA en la formación
de los maestros y maestras
y también inspirando y exigiendo políticas públicas apropiadas
que favorezcan el despliegue de la EA
en los diversos sectores de la sociedad civil.

En la perspectiva de contribuir al fortalecimiento
de una verdadera sociedad educativa,
es necesario favorecer el intercambio
entre la educación formal, no formal e informal.

Necesitamos reforzar la colaboración
entre estos tres sectores de la educación.
Se trata de favorecer la sinergia social
para la transformación de las realidades socio-ecológicas actuales.

Tanto en el Norte – en Canada –
como en tantas otras partes del mundo,
vivimos en un contexto caracterizado
por un sistema de  «gobierno»,
o «gobernanza» como se dice en el mundo empresarial,
un sistema basado en alianzas político-económicas
y en la instrumentalización de la democracia.

En ese sistema, las decisiones están raramente orientadas hacia el bien común, la salud de las poblaciones  y el cuidado de los ecosistemas.

Esto surge con toda claridad en particular
con la expansión de las actividades extractivas, exógenas 
como la explotación de los hidrocarburos
– en particular del gas y del petróleo no convencionales -,
las minerías a cielo abierto
y otros procesos invasivos de nuestros territorios
o de franco despojo como la privatización del agua.  




En este contexto, es finalmente la sociedad civil,
son los ciudadanos,
quienes debemos ejercer una vigilancia crítica,
para luchar en «contra » o «pro»,
involucrarse en la innovación ecosocial,
ser actores de cambio
a pesar de las tendencias político-económicas.

La tarea es gigantesca:
hay que denunciar, resistir y crear también –
y esto - a menudo -  en contextos de emergencia,
de falta de recursos, de tensiones, de sobrecarga, de acoso.

Lo anterior requiere del desarrollo de competencias ciudadanas, ecociudadanas – en los diversos niveles escolares
y sectores de la sociedad.
Se trata de desarrollar competencias críticas, éticas,
estratégicas, políticas a través de procesos democráticos.
Se trata de forjar colectivamente una inteligencia ciudadana de las situaciones,
de desarrollar un poder-hacer, un poder actuar
para la reapropiación de nuestras realidades,
de nuestros asuntos públicos.

Ese es precisamente el papel fundamental de la educación ambiental:
estimular el compromiso ecociudadano; 
un compromiso fundado en una visión del mundo
clarificada, discutida, confrontada,
que dé sentido a nuestro ser y actuar en el mundo.
La educación ambiental es un proyecto político-pedagógico
que llama a la reflexión crítica, ética, filosófica.
La tarea es inmensa  !Pero alentadora! 
Abre espacios para la esperanza.


En este sentido, me importa
celebrar la valiosa colaboración
de mis colegas mexicanos, veracruzanos
en tal proyecto educativo y social,
en particular la contribución internacional, única, muy inspiradora 
de mi colega Edgar González-Gaudiano.


De nuevo, mil gracias por otorgarme
este doctorado honoris causa.
Me siento muy honrada de pertenecer a este claustro a partir de ahora
Me infunde nuevas energías para seguir adelante, con ustedes.

Muchas gracias.