lunes, 29 de agosto de 2016

La navaja de Occam y el plagio de Peña Nieto*

Edgar J. González Gaudiano**

La navaja de Occam, construcción metodológica del filósofo Guillermo de Occam (1280-1349), consiste en un principio que establece que: "En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable". Se trata de un recurso que se aplica para decidir entre teorías e hipótesis, las cuales bajo condiciones equivalentes aquella que sea más simple cuenta con mayor probabilidad de ser la correcta.
También llamado de parsimonia, este principio ha sido utilizado en diversas disciplinas. Es útil en la formación de nuevos investigadores al orientar sus esfuerzos a aproximaciones teórico-metodológicas de mayor simplicidad frente a otras más complejas. No significa que el enfoque más simple sea el correcto, sino es el que tiene más probabilidad de serlo.
Aunque la navaja de Occam está atravesada por varias controversias nos permite analizar asuntos polémicos con varias explicaciones, a fin de determinar cuál de todas es la más simple. En este caso me he propuesto aplicarla al debate sobre el plagio del que se acusa al presidente Enrique Peña Nieto.
La revelación de la reputada periodista Carmen Aristegui mostró evidencias de que la tesis de Licenciatura en Derecho en la Universidad Panamericana del presidente Peña, había copiado párrafos e incluso secciones enteras de obras de al menos 10 autores sin darles el crédito correspondiente (E. Krauze, D. Valadés, E. Rabasa, J. Carpizo y M. de la Madrid, entre otros). Se trata de fragmentos literales a los que no se les cambió ni una coma. Al ser citas textuales debían haberse escrito entre comillas. Esto comprendió 28.8% del contenido de toda la tesis.
El director de la tesis, hoy magistrado del Poder Judicial de la Ciudad de México, doctor Eduardo Alfonso Guerrero Martínez, aduce recordar que el manuscrito original tenía dichas comillas y que la imprenta por error las eliminó. Esta explicación no es plausible ya que además de las comillas al final del párrafo o sección citada, debía aparecer el nombre del autor, el año de la obra y las páginas en las que se consigna el texto citado en el original. Por lo mismo, la explicación que ofrece el doctor Guerrero resulta complicada puesto que no se cumplen varios de los requisitos exigidos para citar a otros autores en un trabajo académico, pese a su amplia experiencia en este tipo de procesos (193 tesis profesionales dirigidas y participación en 367 jurados profesionales). En todo esto, es de llamar la atención que los miembros del jurado designado para el examen profesional tampoco hayan reportado esa anomalía.
El debate se ha centrado entonces en si el presidente Peña Nieto cometió plagio o no. La mayoría de sus críticos sostiene que sí, y que por ello la Universidad Panamericana debe retirarle el título correspondiente y solicitar la cancelación de esa cédula profesional. Se han mencionado casos de políticos de otros países que renunciaron a sus puestos por esta causa, como el ministro de defensa alemán (2011), el presidente de Hungría (2012) y la ministra alemana de Educación (2013).
Otros minimizan el asunto restándole importancia, al señalar que debíamos estar ocupados de problemas más trascendentes del país, y que el tema no es grave porque ya ha pasado mucho tiempo. Algunos, incluso, califican de frivolidad la investigación sobre este asunto (J.A Meade, secretario de Sedesol). No considero que se trate de una cortina de humo, como declaró AMLO, sino de una falsificación que pone aún más en entredicho la honorabilidad del Presidente.
El plagio no es un asunto menor y cuando en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) se han detectado estos casos, se les sanciona enérgicamente puesto que de otro modo se pone en duda la integridad del sistema. Algunos casos recientes, como los ocurridos en la Universidad Michoacana y El Colegio de San Luis, Rodrigo Núñez Arancibia y Juan Pascual Gay, respectivamente, recibieron la pena máxima al haber sido expulsados por 20 años del Sistema; además de que las instituciones académicas de adscripción dieron por terminadas sus relaciones laborales con ellos, e incluso en el primer caso, El Colegio de México, donde había estudiado, le retiró el grado de Doctor. El plagio es un asunto de falta de honestidad con implicaciones legales, al haberse adueñado indebidamente de propiedad intelectual, y también éticas, sobre todo, tratándose de un servidor público.
El presidente Peña ya ha tenido varios deslices que evidencian su falta de formación académica, el más conspicuo ha sido su recordada entrevista en la Feria Internacional de Libro de Guadalajara (2011) cuando le preguntaron sobre los tres libros que marcaron su vida personal y política, y sólo pudo responder que algunos pasajes de la Biblia y La Silla del Águila, que atribuyó a E. Krauze, pero cuyo autor es Carlos Fuentes.
Personalmente considero que el presidente Enrique Peña Nieto no plagió a los autores citados. Al menos, no voluntariamente. Me explico. El presidente Peña resultaría un plagiario porque aunque no hubiera sido él quien deliberadamente se "fusiló" a otros autores, él firma la tesis con su nombre, como si la hubiese escrito. Estoy convencido de que el presidente Peña Nieto no plagió personalmente a esos autores porque él no escribió esa tesis. Y esa me parece la hipótesis más simple.
La identificación de autores reconocidos en un tema, así como la selección de las ideas que van a utilizarse en un texto articulándolas con las ideas propias para constituir un todo que tenga sentido, no es una actividad académica sencilla; requiere de muchas lecturas ordenadas, así como de tener muy claro lo que se desea formular con una estructura y un razonamiento, a fin de obtener un trabajo con cierto grado de originalidad con una unidad discursiva. Esto es, no es un simple copy paste.
En tal virtud y coincidiendo con Víctor López Villafañe, la explicación más simple es que esa tesis no la hizo Peña Nieto; en otras palabras, se hizo por encargo a un escritor fantasma, porque de otro modo, por ejemplo, hubiese recordado alguno de los reconocidos autores que estuvo consultando y referenciando para escribir su trabajo.
La navaja de Occam, al menos en este caso, resultó muy útil.

*Publicado en La Jornada Veracruz el 27 de agosto de 2016.
**Académico del Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana.