Las
campañas: Partes del campo de batalla[1]
Edgar
J. González Gaudiano[2]
Después del
debate las campañas de los partidos han comenzado a ser más explícitas y a
mostrar las verdaderas intenciones de los grupos de interés que se encuentran
detrás de cada candidatura. Esto obviamente se empieza a manifestar en la
ciudadanía y abre un nuevo ciclo de mejores definiciones. Espero contribuir a
ello.
En el caso del
PRI-PVEM, empieza a desinflarse un poco la burbuja de oropel creada por los poderes
fácticos mediáticos y su fauna de
acompañamiento. El rechazo abierto y estridente que recibió en la visita que
hizo a la Universidad Iberoamericana, es un indicador de que Peña Nieto no
salió tan indemne del debate como sus pregoneros afirman. Además, dejó plantados a los grupos
ambientalistas más prestigiados del país, nucleados en torno al Centro Mexicano
de Derecho Ambiental (CEMDA), que desde luego no tienen nada que ver con las
imposturas del llamado Partido Verde que respalda la candidatura de Peña Nieto.
El motivo de la cancelación fue que su equipo de campaña no quería que hubiera
segmento de preguntas y respuestas. No vaya a ser que no supiera dónde está el
Golfo de México, ese que sólo lee el teleprompter. Faltan sólo 45 días para la elección pero aún no la
tienen ganada, por eso se cuidan tanto de que pueda aflorar demasiado la realidad
del candidato. La sobresaturación de propaganda ya convenció a los que podía
convencer, y al parecer no hay substancia de la que pueda sacarse algo más.
En el caso del
PAN, la campaña no sólo sigue sin levantar sino que las encuestas señalan que
Josefina Vázquez Mota empieza a rezagarse respecto de AMLO. De proseguir esta
tendencia se comenzará a reducir la franja de indecisos. Ese todavía amplio
sector de indecisos es claro que no están con el delantero, de otro modo ya se
hubieran pronunciado en esa dirección. Muchos de ellos no votarán, pero los
otros indecisos están considerando hacia cuál de los otros candidatos se
inclinarán al final que pueda hacer la diferencia. Es lo que se conoce como
voto útil. Josefina no está convenciendo. No ha podido establecer un deslinde
claro con Calderón, quien evidentemente recibirá un voto de castigo por su
fallida política de crecimiento y empleo y por su desastroso combate a la
delincuencia organizada en el que la población civil se encuentra entre el
fuego cruzado. Tal vez el gobierno tenga algunas cartas guardadas para intentar
inclinar la balanza con algún golpe efectista contra el PRI cerca de la fecha
de la elección, del que EPN ya no tenga tiempo de recuperarse. Eso podría
alterar sustantivamente el perfil actual de intención de voto. Pero a Calderón
también le preocupa de que su intervención en la contienda pudiese generarle
algunas facturas por pagar en el nuevo gobierno. Ya incluso hay denuncias en
organismos internacionales. Pronto veremos qué tanto se la juega.
Por su parte, el
PRD-PT-MC han empezado a dejar de lado lo de la república amorosa y empieza a
aparecer el candidato de a deveras. La idea del gabinete anticipado es
excelente, sobre todo por la desconfianza que generan las tribus del PRD. Es el
candidato mejor posicionado en las redes sociales y la campaña desplegada en
torno a Morena puede dar una sorpresa en el sector rural, que suele no ser
incluido en las encuestas. Debo confesar que no me gustó la estrategia
desplegada en el debate. AMLO se oía monotemático en sus denuncias y parecía
que no tenía propuestas para los asuntos tratados, para los que sí tiene.
Admito que cuando él aclaró en entrevistas posteriores que su intención fue
centrarse en los asuntos de fondo que le habían sido vetados por la cobertura
de medios televisivos, la estrategia adquirió sentido. Sin embargo, no puede
repetir la misma dosis en el debate de Guadalajara. Ahí tendrá que demostrar
que tiene los tamaños para ser un hombre de Estado y eso no lo va a obtener con
denuncias. Capaz de integrar un equipo de gente competente para gobernar, sin
rencores para no destruir aún más el tejido social y para construir una nueva
trayectoria de desarrollo que le urge al país.
Es el único que puede conseguir eso.
En el caso del
Panal, Gabriel Quadri está súper crecido. El desdén de los otros candidatos al
no engancharse a sus provocaciones, hizo que al final fuera el que respondió
mejor a los temas y a alguna gente le pareció que era el mejor preparado. Lo es
en aspectos técnicos. Por eso ha subido en las intenciones de voto. Es fácil
bajarlo del caballo de hacienda en el que cree que va trepado. Elba Esther ha
de estar relamiéndose los bigotes. Pero
esa relación con la maestra es un lastre mortal y puede destacarse por JVM o AMLO
en el segundo debate. Ese es motivo suficiente para reducir abruptamente el
interés efímero que ha despertado. Tengo la impresión de que GQ ha seducido a
los jóvenes en su primera participación electoral asqueados, y con justificada razón,
de las decadentes formas de hacer política en el país. Además, es un conservador
indisolublemente ligado al sector empresarial, al cual considera impoluto y
eficiente. Hasta ha propuesto la creación de un partido empresarial, lo que sería
algo así como un Partido Patronal de la República Mexicana. Dice que los demás le atacan porque les está
pisando los talones. Soberbio y narcisista. Es claro que Elba Esther y su
camarilla apoyan a EPN y que GQ desempeña un rol de comparsa sólo para mantener
al Panal en el tablero de la política y seguir gozando de las prerrogativas del
Estado. Así, sus dueños pueden continuar con las triquiñuelas de siempre que
tienen hundida a la educación y por ende el proceso de desarrollo del país. No
es poca cosa. Un voto por Quadri es un voto por Elba Esther.
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