Edgar
J. González Gaudiano**
Por un período muy efímero, en estos días de la Conferencia de las
Partes (COP) número 21 de la Convención Marco de Cambio Climático que se
realiza en París, los temas ambientales en general y el cambio climático en
particular vuelven a ser noticia. La verdad es que es un asunto que merece
nuestra mayor atención, si bien pareciera que hay otros mucho más urgentes e
importantes.
Dada su actualidad mundial por la reunión de mandatarios con
declaraciones espectaculares e imágenes mediáticas de las cuáles seguramente
emanarán pocas decisiones verdaderamente trascendentes para combatir el
fenómeno, quiero vincular este tema con una nota aparecida en este mismo diario
el 1 de diciembre acerca del reconocimiento que hizo el Sr. Tomás Ruiz,
secretario de Infraestructura y Obra Pública del gobierno del estado de
Veracruz, durante su comparecencia ante el congreso local, de que los recursos
federales de 2007 y 2008 (sin aclarar la cantidad) proveniente del Fondo de
Desastres “Naturales” (Fonden) para paliar las consecuencias de los fenómenos
climáticos no se aplicaron y por lo tanto se perdieron, así como que otros $500
millones correspondientes a los años
2009 y 2010 (este último el año del huracán Karl y la tormenta tropical
Matthew) tampoco se aplicaron.
La noticia implica que ese dinero que el gobierno del estado
recibe como consecuencia de las declaratorias de emergencia para atender con
urgencia las necesidades de la población damnificada, no se aplica en lo que
debiese. No llega a la gente necesitada. No se usa para reparar infraestructura
dañada, para solventar aunque sea provisionalmente la pérdida de la actividad
productiva mediante la creación de empleos temporales para limpiar, atender,
socorrer, trasladar, etc. Por lo visto, las emergencias climáticas le han
servido al gobierno del estado para allegarse de recursos adicionales, pero que
no usan para lo que se solicitan. De ese modo, el cambio climático contribuye
al rezago social.
Es terrible. Se trata de una omisión grave que no debiese pasar inadvertida.
Lo que esta cada vez mas frecuente situación implica es que los recursos fueron
desviados hacia otros asuntos que el gobierno del estado consideró
prioritarios. ¿Cómo puede haber algo más prioritario que una declaración de
emergencia?
Somos un estado cuyo desarrollo se encuentra estancado desde hace
demasiados años; una entidad que cuenta con las condiciones materiales y
geográficas para estar bien pero que se encuentra colocada en los últimos
lugares de prácticamente todos los indicadores de bienestar; con servicios
públicos de la peor calidad e infraestructura deficiente e insuficiente; con
una deuda rampante que nos ha convertido en rehenes de los acreedores por
muchos años, donde hasta los impuestos de los años venideros que aún no se
cobran, ya se deben; con instituciones inanes y población dejada a su suerte; con
gobiernos irresponsables, cínicos, omisos, ineptos y corruptos; con
representantes rapaces con problemas de columna de tantas genuflexiones ante el
poder.
La noticia del Sr. Tomás Ruiz sólo viene lastimosamente a
demostrar cómo ahora la vulnerabilidad social creciente derivada de los embates
del cambio climático viene a agudizar la ya de por sí crítica situación del
pueblo veracruzano.
Ciertamente, el cambio climático ha llegado para quedarse y no
sólo constituye por si mismo nuevas condiciones de riesgo y amenaza, sino que
incrementa explosivamente otros problemas como los alimentarios, de suministro
de agua, de violencia y de migración, de desigualdad social pues, por citar
sólo algunos. La situación es grave
porque no se ve que exista decisión política para al menos frenarlo, a fin de
tener la oportunidad de ir atendiendo los efectos más inmediatos, para impulsar
políticas de adaptación social, para reducir la vulnerabilidad, para fortalecer
la resiliencia social, para evitar los próximos desastres. Los gobiernos
declaran que tomarán medidas que siempre son postergadas. Como vemos, incluso
los recursos que llegan para paliar emergencias se desvían. El cambio climático
es empleado como coartada de ineficiencias cuando se presentan contingencias
ambientales. Culpar a la naturaleza de los desastres se ha convertido en la
excusa favorita.
Pero tampoco la población le concede importancia al fenómeno. Lo
seguimos viendo como un problema distante en el tiempo y en el espacio. Un problema
de los osos polares. A esto me referiré en otra entrega.
Nuestro gobierno federal es paladín de declaraciones sobre el
cambio climático, pero sólo para el consumo externo. Calderón Hinojosa recibió
varios premios internacionales por eso, mientras le abría la puerta a la
minería a cielo abierto. Ahora mismo el presidente Peña Nieto asiste a la COP21
en París, y a pesar de la aprobación por el senado de la ley de transición
energética hacia tecnologías limpia se siguen abriendo más pozos de fracking. Esto
es, las presuntas medidas gubernamentales sobre el cambio climático no se
corresponden con las decisiones de política que se están tomando en todas las
áreas de la administración pública, sobre todo económicas. Es pura simulación.
En el sexenio actual con el PRI nuevamente en el poder el asunto
es todavía, si cabe, más complicado. El haber entregado la conducción de la
política ambiental a sus aliados del Partido Verde ha contribuido a poner al
país en un estado de coma inducido. Se ignoran leyes; se han desmantelado
equipos técnicos calificados; los puestos han sido ocupados por amigos y
colaboradores incapaces en todos los niveles de mando desde el secretario hasta
los jefes de departamento. Las buenas noticias ambientales de este país de los
meses recientes, como la suspensión provisional del maíz transgénico en
respuesta a una acción colectiva, fue resultado de la intervención de un
magistrado a pesar de un centenar de impugnaciones del gobierno federal y de
las empresas transnacionales, así como de 22 amparos en los que ha intervenido
hasta la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Arturo Escobar
está imputado de delitos electorales, pero no de su actuación en temas
ambientales. Ello porque en los hechos para el gobierno la política ambiental es
lo de menos.
¿Así cómo?
*Publicado en La Jornada Veracruz, el 3 de diciembre de 2015
http://www.jornadaveracruz.com.mx/el-cambio-climatico-y-la-desigualdad-social/
**Coordinador de la Cátedra UNESCO - Universidad Veracruzana
“Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”.
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