Hace unos días escuche por la radio
una cápsula informativa sobre la importancia de separar los residuos de
aluminio. La cápsula estaba financiada por las Granjas Carroll, empresa
dedicada a la cría y comercialización de cerdos a una escala masiva, propiedad
de la compañía estadunidense Smithfield, la mayor productora de cerdos en
Estados Unidos, en sociedad con Agroindustriales Unidos de México, S.A.
La cría de
ganado porcino en particular es una de las prácticas de ganadería más
contaminantes y que por ende más denuncias reciben. Esta empresa no es la
excepción y han habido muchas denuncias de los habitantes de Perote, Veracruz,
donde se encuentra asentada, por las fétidas emanaciones de sus lagunas de
oxidación.
Sin
embargo, en esta ocasión no trataremos el serio problema de contaminación del
aire, agua y suelo de dicha empresa, sino la intención de pintarse de verde
promocionando prácticas ambientales como el reciclaje del aluminio. Esta idea
es una socorrida práctica de simulación de empresas con problemas ambientales,
los que promocionando eventos, grupos no gubernamentales, escuelas y campañas
mediáticas, tratan de cambiar la imagen pública de su empresa.
De hecho,
para el pasado III Foro Nacional de Educación Ambiental para la
Sustentabilidad, celebrado en el Puerto de Veracruz, del 20 al 23 de octubre,
recibí discretas ofertas de empresas en estas condiciones, para financiar
parcialmente el evento.
Numerosas
empresas con problemas ambientales en sus procesos de producción se publicitan
como sustentables o se anuncian en grandes espectaculares informando que ya se
encuentran dentro de la norma internacional voluntaria de gestión ambiental ISO
14000, aunque esta se haya obtenido sólo para sus procesos administrativos y no
los productivos. Son viles mentiras para engañar a clientes cándidos que
orientan su consumo bajo este criterio.
La
práctica ha sido más que una metáfora. En 2001, el fundador de Amigos de la
Naturaleza y activista chino Liang Congjie, acusó al gobierno de la ciudad de Beijing
de pintar zonas de la ciudad de color verde para simular hierba, durante una
inspección del Comité Olímpico Internacional, previo a la designación de la
sede de los Juegos Olímpicos de 2008. Yo mismo he visto cómo el pasto seco de
un predio fue pintado de verde para causar buena impresión al entonces presidente
de la república que llegaba a ese lugar en helicóptero.
El
presidente Felipe Calderón, cuyo gobierno concluye afortunadamente en unos
cuantos días, se pintó de verde durante todo su mandato siendo farol de la
calle con su presunta política de combate al cambio climático, que le mereció
varios premios de organismos internacionales, y obscuridad de su casa con una
secretaría como la Semarnat que no tenía ningún peso real en las decisiones
importantes. Un maquillaje verde para el consumo externo, mientras el país se
teñía de rojo con la sangre de incontables muertos de una fallida guerra al
narcotráfico.
Esperamos que el próximo gobierno federal impulse
una verdadera política ambiental que no caiga en juegos de simulaciones para
disfrazar prácticas destructivas.
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