Agua
de Veracruz para Nuevo León[1]
Edgar J. González
Gaudiano[2]
Es de llamar la atención el silencio
informativo en torno del trasvase de agua del rio Pánuco al estado de Nuevo
León. Se habla más del tema incluso en Monterrey que son los que serán beneficiados,
que en nuestro estado, aunque hace unos días se anunció que el ayuntamiento de
Pánuco promoverá una controversia constitucional que revoque la autorización
federal para este proyecto.
Los
trasvases son obras hidráulicas que tienen como finalidad
llevar agua a otra cuenca vecina que no tiene suficiente disponibilidad del
líquido. Es este caso se trata de trasladar agua a casi 400 kilómetros de
distancia elevándola a medio kilómetro sobre el nivel del mar y atravesando
parte de los estados de San Luis Potosí y Tamaulipas.
En
el mundo estas obras provocan conflictos entre las cuencas donantes y las
receptoras, debido a que suelen implicar la construcción de embalses que
inundan grandes extensiones, afectan actividades productivas (por ejemplo, el
cultivo de caña de azúcar) y los ecosistemas cuenca abajo, así como la
construcción de los acueductos generan efectos barrera y producen gran cantidad
de desechos de material de construcción, entre otras de sus consecuencias.
Asimismo,
en Europa la reducción en el vertido de sedimentos al mar desde los ríos como
efecto directo de la disminución de su caudal,
producido en décadas recientes por la construcción de embalses, ha
traído consigo la reducción e incluso desaparición de numerosas playas del
Mediterráneo y se han afectado los recursos pesqueros de las zonas ribereñas,
vitales para la economía de grupos de población local.
El
proyecto de trasvase del Pánuco a Nuevo León se conoce como Monterrey VI con
una inversión entre 14 y 16 mil millones de pesos y una duración de treinta a
treinta y seis meses. Si bien se afirma que la obra asegurará el
abasto de agua para el área Metropolitana de Monterrey para los próximos 50
años, lo cierto es que está asociada a suministrar líquido para poderosos
planes de negocio que incluyen la insustentable expansión del área
metropolitana hacia los municipios de García y Escobedo, ubicados al norte de
la ciudad (expansión que se ha denunciado ha sido promovida por la constructora
de la familia del gobernador Rodrigo Medina). Asimismo, el agua también estaría
dirigida a la nueva siderúrgica que se construye en Linares, Nuevo León.
Según
el Reporte Índigo, es el negocio del sexenio y que fue inexplicablemente
aprobado, pese a haber sido el más caro de los seis proyectos que se analizaron
para encontrar nuevas fuentes de abastecimiento para Nuevo León. En términos generales, consiste en un
acueducto que conducirá agua desde el río Pánuco en Ébano, San Luis Potosí,
hasta descargarla en la estación de bombeo de Cerro Prieto-Monterrey, Nuevo
León. El proyecto contará con 6 estaciones de bombeo distribuidas en Ébano,
González, Casas e Hidalgo, y con 6 tanques de cambio de régimen en Ébano,
González, Llera, Casas y Villagrán.
De
igual forma, el esquema financiero con base en una mezcla de recursos federales
y privados comprometerá las finanzas de Agua y Drenaje de Monterrey por los
próximos 30 años. Además, los usuarios del servicio de agua potable en el Área
Metropolitana de Monterrey terminarán pagando los costos de operación,
mantenimiento y amortización de la empresa privada a cargo de la obra. Se
estima que los pagos podrán alcanzar hasta los mil millones de pesos anuales en
el momento en que el acueducto esté funcionando a su máxima capacidad de 5 mil
litros por segundo, lo que se traducirá en un incremento en las de por sí
inequitativas tarifas que actualmente cobra la empresa paraestatal.
Si
el agua del Pánuco está destinada a apoyar procesos productivos de mayor
rendimiento económico como el de la Siderúrgica de Linares y la expansión
urbana de Monterrey, una vez construido el acueducto la creciente demanda en la
cuenca receptora va a provocar que se envíe la mayor cantidad de agua posible
por la infraestructura, especialmente durante años de sequía, sin considerar
las afectaciones de la cuenca donante.
Los
trasvases de cuenca no suelen eliminar por sí solos los déficits existentes en
las cuencas receptoras. De hecho, lo único que puede disminuir la demanda de
agua y el crecimiento del consumo es la percepción social de escasez, aunada a
la educación ambiental y a incentivos económicos socialmente equitativos.
Así
que el simple anuncio de la posible realización de grandes obras de trasvase de
agua como el de Monterrey VI, seguramente va a disparar la demanda de agua en Nuevo
León de forma espectacular, no sólo para el abastecimiento doméstico, sino para
nuevos negocios privados, agropecuarios, inmobiliarios e industriales, aunque
sean impropios para una región semidesértica.
Nuevamente
los recursos naturales de las regiones menos desarrolladas seguirán alimentando
la economía de las regiones más prósperas, sin que ello derive en el
mejoramiento de la calidad de vida la población donante, sino todo lo contrario.
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