¿Quién
dirigirá la Universidad Veracruzana?[1]
Edgar J. González Gaudiano[2]
El
Artículo 28 del Reglamento de la Junta de Gobierno de la Universidad
Veracruzana es clave para entender el perfil de quien estará encabezando a la
institución a partir del 1 de septiembre próximo. Ahí se dice que para elegir al rector o
rectora se considerarán dos factores principales: a) El bien de la Universidad
y b) Las características de cada candidato.
Cuando se define qué se entiende por el bien de la
Universidad Veracruzana se mencionan cuatro elementos: La naturaleza y
objetivos establecidos en su Ley Orgánica; sus necesidades actuales y
previsibles; la ubicación de la UV en el contexto de la educación superior nacional,
así como las circunstancias concretas en el momento de la elección.
En cuanto a las
características de cada candidato, se señala con claridad que se tomará en
cuenta su comprensión de la situación académica -administrativa de la
Universidad, así como de la situación política interna y su idea del futuro de
la UV. Además, su independencia, real y manifiesta, ante los intereses
económicos y políticos, de modo que pueda representar efectivamente la
autonomía universitaria; y el reconocimiento que tenga en el medio de la
educación superior estatal y nacional.
Asimismo, la capacidad
del candidato o candidata para ejercer el puesto entendida en términos
académicos en cuanto a tener una sólida formación científica y/o humanística,
amplios logros académicos y profesionales reconocidos y capacidad de crítica;
en términos administrativos a través de su liderazgo; creatividad e iniciativa;
experiencia en responsabilidades de administración universitaria; y en términos
humanos atinentes a su honestidad; respeto a las personas y buenas relaciones
humanas; prudencia y personalidad adecuada para representar a la Universidad.
Como puede verse, el conjunto de estas condiciones
y características impide que cualquier advenedizo pueda ser elegido para ocupar
ese digno cargo, por poderosos que sean sus padrinazgos.
Ahí es donde interviene
la Junta de Gobierno, la que con total independencia de juicio y al margen de
presiones externas e internas debe valorar qué y quién conviene a la
Universidad en cada elección.
Los miembros de la Junta
no deben ser influidos por presiones mediáticas ni de marketing político, como vemos que ocurre en otro tipo de
elecciones donde se vende una imagen falseada de los candidatos que suele
ocultar escasas virtudes electorales.
Gracias a la
honorabilidad de la Junta, tampoco cuenta la acostumbrada “cargada” de los
partidos, porque el artículo 27 del Reglamento señala que ha de ponderar las
opiniones de la comunidad universitaria de manera cualitativa, tanto en función
de las personas que las expresen como de los argumentos que aduzcan. Es decir,
hasta puede ser contraproducente echar montón en favor de alguien, porque puede
revelar o generar suspicacias sobre los intereses que pudiese haber detrás.
En la Universidad
Veracruzana estamos entrando en un momento decisivo para su futuro próximo. El
proceso es conducido por nueve personas respetables, de quienes esperamos el
mejor resultado posible. Sin embargo, la participación honesta, crítica y más
amplia posible de toda la comunidad universitaria es vital para que el proceso
tenga la mayor legitimidad. Es vital también para que quienes pudieran tener
intenciones de contaminar el proceso se repriman.
Los procedimientos para
participar están definidos hay que responder a la convocatoria.
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