El Programa de Acción Mundial en
Educación para el Desarrollo Sustentable[1]
Edgar J. González Gaudiano[2]
Del 10 al 12 de noviembre se celebró en Nagoya, Japón, la Conferencia
Mundial de la UNESCO sobre Educación para el Desarrollo Sustentable. El evento constituyó
el cierre del Decenio de la Educación para el Desarrollo Sustentable
(2005-2014). Fue un evento extraño porque era por invitación. Según los datos
que ofrecieron durante la clausura asistieron 1005 delegados, de 148 países y
74 ministros y viceministros de educación. Yo pude asistir a guisa de
especialista en el tema por invitación de la UNESCO.
Lo cierto es que los datos no concuerdan, cuando menos a
nivel de representaciones oficiales. Durante el acto inaugural y aprovechando
que estábamos en la primera fila del segundo piso y dominábamos la escena,
Javier Benayas, un colega español sentado a mi lado se puso a contar los espacios
ocupados destinados a las delegaciones oficiales. Había sólo 49 países
asistentes de 75 anunciados, de los cuales 20 eran africanos, 11 asiáticos, 9
europeos, 5 de oriente medio, 2 de América Latina (Cuba y Costa Rica) y dos
estados insulares del Caribe y del Pacífico. México estaba presente pero como
la representante no era del sector educativo, sino de relaciones exteriores, no
ocupó el lugar del delegado correspondiente. En suma, hubo un gran desdén de
parte de muchos países importantes.
Durante la inauguración se anunció la creación del Premio
UNESCO-Japón de educación para el desarrollo sustentable, así como que las resoluciones
de esta conferencia se llevarían al Foro Mundial de Educación a celebrarse del
19 al 22 de mayo en 2015, en Incheón, Korea.
Como siempre, la conferencia fue un recuento de “los grandes
esfuerzos realizados y los logros obtenidos” durante el decenio. La Sra. Irina
Bokova, directora general de la UNESCO, mencionó dos veces que se trataba de
“conclusiones elocuentes” por los cambios que se habían dado a nivel de
concienciación y en los sistemas educativos. Hablando con algunos colegas que
participaron en la elaboración del informe general, me mencionaron que los
términos del informe original habían sido maquillados, para dar énfasis a los
logros de pequeños países eliminando buenos avances producidos, por ejemplo, en
Suecia, Alemania Holanda y Canadá.
El decenio se había propuesto posicionar el concepto de
educación para el desarrollo sustentable en los sistemas educativos, pensándolo
como una articulación de una serie de diez temas educativos, entre los que se
encontraban los derechos humanos, la salud, el medio ambiente, el desarrollo
regional y las tecnologías de la información y la comunicación, entre otros.
Con ello se pretendía consumar el intento de sustituir a la educación ambiental
por la educación para el desarrollo sustentable, con la idea de darle un
enfoque más social, económico y político.
La integración de la propia conferencia fue reveladora de ese
precario resultado. En la misma participó por video conferencia Achim Steiner,
director ejecutivo del PNUMA, pero no estaban, ni participaron por vía alguna,
representantes del PNUD, la FAO, o la OMS, por ejemplo, como era de esperarse
si el decenio los hubiese interpelado. Sólo el PNUMA aparte de la propia UNESCO
se hizo presente en los talleres, lo que evidencia que la política de educación
para el desarrollo sustentable ha seguido ceñida a los temas del medio
ambiente. Situación que podemos constatar también en lo que respecta a las
funciones del gobierno federal en nuestro país.
Las participaciones de los ministros y viceministros de educación
se enfocaban en mencionar lo que se había logrado, los factores de éxito, las
sinergias institucionales. Todos con grandes números en relación con maestros
capacitados, alumnos atendidos, centros creados. Grecia por ejemplo, haciendo
referencia a la Conferencia de Tesalónica de 1997; Turquía mencionando el problema
del millón y medio de refugiados sirios que hay en su territorio; Canadá
señalando que si bien la educación es competencia de las provincias y
territorios, la educación para el desarrollo sustentable es una de las ocho
áreas prioritarias para hacer énfasis en lo local; Arabia Saudita hablando de
la formación de recursos humanos para transitar hacia la sociedad del
conocimiento; Chipre solicitando mecanismos de financiamiento; Antigua sobre la
colaboración con pequeños estados insulares vulnerables; Malawi enfatizando la
formación de docentes para un nuevo plan de estudios; China sobre el fomento de
intercambios internacionales para cerrar la brecha; Suecia mencionando el
compromiso político y que si todo el mundo viviera como los suecos se necesitarían
tres planetas. Es decir, cada uno con su tema.
Algo de llamar la atención a los mexicanos fue la
participación del líder del SNTE Juan Díaz de la Torre, anunciado como
catedrático, que asistió con un séquito de al menos seis personas. Habló de
cómo tienen que cambiar los maestros. Que el problema no está en las aulas
porque los maestros tienen disposición de acabar con el analfabetismo. Bernardo,
el representante de los jóvenes que estaba en el mismo panel, le respondió que
los maestros no están preparados para el cambio y que esto es ocasionado porque
a los maestros se les enseña que no pueden cambiar al mundo. Díaz de la Torres
replica que hay cambios pero no de la dimensión que se necesitan. Se leen menos
libros y el rol que desempeña el docente en el proceso educativo es cada vez
más incierto. Pero que hay que ser optimistas, porque si el cambio no se hace
desde el sector educativo no se va a hacer desde ningún otro lado.
Algunas buenas actividades fueron las conducidas por La Carta
de la Tierra o los talleres de Asociación Global de Universidades por el Medio
ambiente y la Sustentabilidad (GUPES, por sus siglas en inglés) que promueve el
PNUMA. Lo que más me llamó la atención fue la hospitalidad y la cortesía
japonesa. No sólo de los patrocinadores y organizadores del evento, sino
incluso de la gente en la calle, en el metro, que respondían solícitos a
cualquier consulta, aunque no supieran Inglés. No he visto esto en ninguna otra
parte del mundo.
Durante la conferencia nadie habló de decrecimiento, cuando
se solicitaron ideas de cómo impulsar la educación para el desarrollo
sustentable. Todos mencionaron las ideas trilladas de siempre: reciclar,
aprovechar residuos, ahorrar energía, etc. Esto es, acciones individuales, aisladas,
granitos de arena, cuando se requiere emprender desafíos colosales para cambiar
la trayectoria de colisión que llevamos como civilización.
El hecho de que la mayoría de los países asistentes fueran
países en desarrollo imprimió a la conferencia un sentido de “soluciones para
pobres”, que insistían en la promesa del desarrollo para satisfacer sus
aspiraciones de paz, justicia, bienestar. No estuvo presente ahí la discusión sobre
la opulencia, el derroche, la desigualdad. Incluso en el taller sobre cambio
climático en el que me habían pedido elaborar la relatoría, ante la emergencia
que se vive por este complejo fenómeno, las estrategias recomendadas fueron un
poco más de lo mismo. Pudimos filtrar algunas sugerencias de ir más allá de la
alfabetización científica y denunciar la equivocación de desacoplar la
educación del cambio climático de otras problemáticas ambientales y sociales,
pero no se pudo hacer mucho más y a ver si no lo censuran en la edición final.
En fin, veremos que nos trae el nuevo Programa de Acción Global
que pretende proponer a los gobiernos metas concretas y plazos perentorios. No
sé si es por mi estado de ánimo por todo lo que está pasando y lo que no está
pasando en el país, pero la verdad es que no hay que esperar mucho.
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