Edgar
J. González Gaudiano**
La crisis generada por la retención ilegal del subsidio de la
Universidad Veracruzana sigue produciendo crecientes problemas al interior de
la institución. Suman más de 2,300 millones los que se adeudan, ya que a la
cantidad original en la demanda interpuesta se añade el hecho de que el
gobierno del estado no ha entregado las aportaciones correspondientes a lo que
va de 2016 (o al menos no hemos sido enterados de lo contrario). Esto está
afectando fuertemente las actividades de docencia, investigación y difusión
cultural de la universidad, sin obtener respuesta alguna del mendaz gobierno
estatal y tampoco del federal, más preocupado por una reforma educativa que no
termina de cuajar.
La única explicación de ese silencio responde con seguridad a
un cálculo electorero, ya que han de haber estimado que resultará más barato
políticamente hablando, retrasar juicios políticos, destituciones y fincamiento
de responsabilidades hasta después de las elecciones de junio, que tomar esas
necesarias medidas ahora. Creo que se equivocan y pronto se darán cuenta.
De esa exorbitante cantidad de deuda no me preocupan tanto
las aportaciones que el gobierno del estado no he entregado al Sistema de
Administración Tributaria (SAT), que son como mil millones, porque todos los
trabajadores de la Universidad tenemos forma de demostrar que esos descuentos
nos fueron aplicados con oportunidad. Tendría que ser el SAT quien debiese
estar reclamando esa seria anomalía, pero ya sabemos que las normas, leyes y
reglamentos se aplican selectivamente, como seguramente ocurrirá con los 33 que
aparecen en los Papeles de Panamá. No veo al gobierno de Peña Nieto aplicando
la ley de a de veras por evasión fiscal o delitos financieros al dueño de Higa,
a Televisión Azteca o a Televisa. Podrían tal vez hacer una pantomima de
sanción y luego devolverles la multa, como ha ocurrido recurrentemente.
Hace poco nos enteramos que el gobierno del estado de
Veracruz había cambiado a su coordinador general de comunicación social, como
si el problema fuera de comunicación. Se ven, a reserva de que se califiquen judicialmente,
delitos de defraudación, injusticia, falta de transparencia y rendición de
cuentas, de peculado, de corrupción e impunidad (solo en lo que respecta al
problema con la UV). Intentar disfrazar esto mediante comunicados de prensa y
control de medios me parece una tarea harto difícil para el nivel que ha
adquirido la situación con la UV y con muchos otros acreedores.
Mientras tanto la Universidad Veracruzana es rehén de una
situación que no se merece, en la que las tareas de gestión y dirección en este
momento se han convertido en una ‘verdadera cruz’ para poder mantener algunos
procesos académicos a flote.
¿Seguirán las cosas como ahora hasta después de las
elecciones?
No lo sé, pero hay muchos riesgos si consideran que podrán
mantener esta calma chicha que precede a una gran tormenta. Lo cierto es que
tanto el gobierno estatal como el federal son patos cojos, que no sólo no
caminan sino que ciertamente no acaban de entender que no entienden por qué no
caminan.
*Publicado en La Jornada Veracruz el lunes 11 de abril de 2016.
**Académico del Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana.
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