Edgar J. González Gaudiano**
No deja de sorprenderme la cara
de desencanto de algunos funcionarios cuando los acuerdos no se toman por
unanimidad en los órganos de gestión de la Universidad Veracruzana. Pareciera
que la unanimidad es el emblema de la victoria total al llevar algún asunto a
votación. No puedo estar más en desacuerdo.
La unanimidad se entiende como el
resultado de una consulta en la que todos los participantes sin excepción,
discrepancia u objeción alguna adoptan la misma decisión. La unanimidad remite
a un estado de ánimo caracterizado por la unidad y la solidaridad en torno a un
espíritu de cuerpo en el que sus elementos constituyen un todo indiferenciado.
Es lo que suele observarse en organizaciones autoritarias y absolutistas.
De ahí que el concepto de
unanimidad es incompatible con el de universidad. Este hace referencia a una
comunidad con fines e intereses comunes pero diferenciados, plurales.
Universidad implica heterogeneidad, complejidad, especificidad. Por tanto, la
unanimidad en la universidad debiera verse como una anomalía, una aberración.
Admito que el consenso unánime en
un ambiente universitario democrático puede ser posible siempre y cuando se
trate de asuntos de mero trámite, triviales o de obvia resolución. Cuando no es
así, la unanimidad a mi juicio podría estar manifestando un síntoma de
desviación sistémica, un proceso defectuoso, debido a usos y costumbres ligados
de origen a la línea de ese verbo encarnado: la sagrada autoridad.
La unanimidad en la universidad
revela una atmósfera de temor a expresarse por probables represalias; miedo a
disentir de la postura oficial; falta de coraje para exponer discrepancias y
diferencias de opinión. Es una atmósfera que restringe la libertad, que castra
el pensamiento crítico, las iniciativas y la creatividad en todo momento, pero
sobre todo en situaciones de emergencia y más si las alternativas conducen a
medidas radicales o extremas.
La Universidad Veracruzana vive
tal situación de crisis. Este es el momento en que más se requiere de la
participación de todas y todos los universitarios. Pero no con una actitud
pasiva, incondicional, de mansedumbre y conformidad, sino de indignación, de
condena enérgica al abuso al que ha sido sometida nuestra Universidad; por lo
que se requiere de propuestas creativas para la definición de protestas firmes
y consistentes.
En esa tónica, todas las
propuestas deben ser votadas incluso las que parezcan atrevidas. Votadas no
vetadas. Censurar de entrada lo que para algunos no resulta políticamente
correcto, es incorrecto. Rechazo también los boletines de prensa en sitios
oficiales que reseñan reuniones de terciopelo, en los que se suprime el debate
y la polémica. Boletines que no informan, sino que son expresiones
performativas que remiten a patrones de comportamiento autorizados con el
propósito de que esas comunicaciones adquieran el poder de crear realidad.
Estamos unidos hoy en torno de
nuestras autoridades porque así lo exige el momento, pero resueltos a dar
nuestro respaldo insumiso en un proceso de suyo trascendente que puede
fortalecer la vida universitaria convirtiéndola en una más crítica y
propositiva.
Los chinos echan una rara
"maldición" al nacer un descendiente: "Ojalá vivas en tiempos
interesantes". El hechizo es extraño porque no están invocando algún mal,
sino que le desean que su vida se desarrolle en entornos de crisis, de desafíos
que requerirán de él o de ella carácter y decisión para enfrentarlos, pues ello
los convertirá en mejores personas. El interés de los tiempos es directamente
proporcional a la complejidad de los problemas enfrentados. Por ende, contextos
desafiantes son un buen augurio para la formación de personas críticas,
vivaces, indóciles y vibrantes.
Vivimos hoy sin duda tiempos muy
interesantes en la Universidad Veracruzana. Tenemos enfrente retos enormes que
requieren de todos nosotros, habida cuenta que de la manera en que como
comunidad universitaria seamos capaces de encararlos y de salir de ellos,
dependerá el perfil que nuestra institución tendrá en los próximos años. Si por
recibir a tiempo la quincena anestesiamos nuestra indignación, estaremos
condenados a padecer más humillaciones ahora y en el futuro. Si permitimos que
los ominosos intereses de los líderes sindicales se impongan por encima de los
intereses de la comunidad, estaremos condenados a sufrir más humillaciones
ahora y en el futuro. Si no somos capaces de trascender los atavismos de una
universidad construida a la sombra del gobierno del estado en la que incluso
algunas entidades académicas se convirtieron en extensiones putativas del
mismo, estaremos condenados a recibir más humillaciones ahora y en el futuro.
En esa lucha es donde
demostraremos lo que somos como Universidad y lo que queremos ser.
*Publicado en La Jornada Veracruz el 16 de mayo de 2016.
**Académico del Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana.
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