La ideología de género: El nuevo tabú
católico[1]
Edgar González Gaudiano[2]
A raíz del “Frente Nacional por la Familia” promovido por la
jerarquía católica del país, ha comenzado a difundirse la noción de “ideología
de género”, como eslogan peyorativo para cuestionar las propuestas igualitarias
en favor de los grupos vulnerables por su orientación sexual. Este neologismo
me ha llamado la atención porque califica de ideología a todo un conjunto de
reivindicaciones sociales y políticas que han sido alcanzadas en numerosos
países.
Con la aparición de este nuevo elemento discursivo me propuse
revisar qué es lo que desde las posturas de esta iglesia se estaba entendiendo
por este asunto y me encontré que la página Catholic.net señala que la
ideología de género “Es una ideología (es decir, es un sistema de pensamiento
cerrado) que defiende que las diferencias entre el hombre y la mujer, a pesar
de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija,
sino que son unas construcciones meramente culturales y convencionales, hechas
según los roles y estereotipos que cada sociedad asigna a los sexos”.
Se menciona asimismo que el concepto se sostiene en los
estudios teológicos del entonces Cardenal Joseph Aloisius Ratzinger ̶ después
proclamado Benedicto XVI ̶ , quien afirma que: “La ideología de género es la
última rebelión de la creatura contra su condición de creatura. Con el ateísmo,
el hombre moderno pretendió negar la existencia de una instancia exterior que
le dice algo sobre la verdad de sí mismo, sobre lo bueno y sobre lo malo. Con
el materialismo, el hombre moderno intentó negar sus propias exigencias y su
propia libertad, que nacen de su condición espiritual. Ahora, con la ideología
de género el hombre moderno pretende librarse incluso de las exigencias de su
propio cuerpo: se considera un ser autónomo que se construye a sí mismo; una
pura voluntad que se autocrea y se convierte en un dios para sí mismo”.
Esas declaraciones no tienen desperdicio porque emplean el
concepto de ideología como falsa creencia y como sistema cerrado, que responde
bien a las influyentes ideas del filósofo australiano Kenneth Minogue,
recientemente fallecido y muy reputado entre los sectores conservadores y neoconservadores,
para quien la ideología ofrece iluminar la relación opresor-oprimido reduciendo
la realidad a la existencia de sectores y grupos con determinados intereses antagónicos.
En su libro “La mente servil” afirma que: "A veces tendemos a creer que la
pasión por la libertad es el motor constitutivo de todos los seres humanos.
Este juicio no puede sobrevivir la más elemental inspección de la
Historia." Y agrupa en el mismo saco como herederos del marxismo y del
fascismo tanto a los Ocuppy Wall Street
como a ISIS y Al Qaeda, a la dictadura de Corea del Norte y al castrismo de
Cuba.
"Un movimiento ideológico ̶ dice Minogue ̶ es una colección de personas muchas de la
cuales son incapaces de cocinar un pastel, reparar un auto, mantener una
amistad o un matrimonio, o incluso resolver una raíz cuadrada, pero que sin
embargo creen que saben cómo manejar el mundo. La universidad, en la que es
posible combinar la pretensión teórica con la incompetencia más amplia, se ha
convertido en el hábitat natural del ideólogo."
No tengo espacio aquí para profundizar las implicaciones de
esta verdadera ideología de signo derechista conservador que ha contribuido a
sistematizar el pensamiento de un movimiento de reacción mundial ante las
diversas expresiones que cuestionan, cada vez con más argumentos, la profunda y
creciente desigualdad social existente.
Forman parte de estos cambios la aparición de políticos como
Donald Trump y la expansión progresiva de movimientos xenofóbicos en Europa
como el Frente Nacional Francés, Amanecer Dorado en Grecia o el FPÖ en Suecia que
aprovechan la persistente crisis económica que afecta sobre todo a las clases
medias europeas para reclutar adeptos.
La reacción de la iglesia católica mexicana en contra de
reivindicaciones sociales y políticas que considera amenazan sus dogmas de fe,
forma parte de este giro regresivo en momentos de una clara debilidad del
Estado frente a la incremental presión de los grupos de interés económico y
político ante la proximidad de la sucesión en el gobierno federal. En realidad
lo que está en juego no son los principios doctrinarios de un credo en
particular, sino el mantenimiento de estructuras de poder económico y político
en los que la iglesia católica de nuestro país ha formado parte sustantiva desde
antaño.
Es evidente que en este rio revuelto auspiciado por las
erráticas políticas de Peña Nieto, el sector más retrógrado de la derecha
mexicana esta vez encabezado por conspicuos representantes del alto clero
católico en franca violación de la Constitución, quisiera revertir lo que pese
a todo se ha podido avanzar en las últimas tres décadas en materia de educación
sexual y el reconocimiento social de la población LGBTTTI como personas plenas de
derechos.
De ahí la reactivación de los ataques en contra de los
contenidos sobre sexualidad en los libros de texto gratuitos y el bloqueo a
reformar el concepto de familia en la Constitución, aunque 17 millones de
familias mexicanas (60%) no respondan a la norma “tradicional” de contar con
padre y madre.
Todo esa campaña mediante una escalada marchista y mediática,
aunque para ello se tenga que infundir temor y desasosiego entre la población poco
informada, con base en mentiras y embustes de presunto cuño integrista.
¡Qué poca ... profesión de fe!
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