Edgar J. González Gaudiano[2]
En un país tan ávido de buenas noticias, la medalla de oro del seleccionado
de futbol fue muy bien recibida. Lo mismo que las otras seis medallas de
deportistas de los clavados, el arco y el tae kwon do. Lo que no termina uno de
explicarse es cómo un país como el nuestro con el tamaño de la economía y con
más de cien millones de habitantes podemos sentir que nuestra participación en
estos juegos olímpicos fue exitosa con apenas siete medallas y en el lugar 39. La
de oro fue muy significativa por ser un país futbolero. Pero no entiendo por
qué no hubo representantes mexicanos destacados en atletismo y en boxeo, donde
antaño estábamos en el pódium. Alguien no está haciendo la tarea y ya es hora
–desde endenantes- de tomar decisiones radicales.
Vivimos en una depresión nacional en medio de la crisis política de unas
elecciones impugnadas, la violencia sin freno, los 14 millones de mexicanos en
la economía informal, los 7 millones de ninis entre 15 y 29 años en lo que
ganamos, según la OCDE, medalla de bronce en 34 países, etc., etc., por lo cual
haber ganado en futbol se siente como una bocanada de aire fresco. Es una gran
inspiración.
Sin embargo, hay que reconocer que a pesar de las felicitaciones
presidenciales y el júbilo nacional, el deporte, la cultura, el medio ambiente
y la ciencia y la tecnología son temas de segundo y hasta de tercer orden en
las prioridades gubernamentales. Qué
lejos estamos de España y Corea del Sur que con menos de la mitad de población,
otorgan enormes satisfacciones en un montón de deportes en los que hace apenas
veinte años no contaban. Eso se llama proyecto de país y planificación de largo
plazo. Aquí nos la pasamos en los conflictos y antagonismos mezquinos que
deshacen cada tres o seis años lo anterior para inventar nuevos programas.
Donde los puestos públicos son trampolines, cotos de poder y arcas abiertas. Al
fin que nadie rinde cuentas. Esa es la tragedia mexicana.
¡Ah, pero eso sí! Tenemos medalla de oro en obesidad infantil y de plata en
obesidad de adultos en el mundo entero sólo después de los Estados Unidos. 5
millones de adolescentes son obesos. También tenemos medalla de plata en el
consumo de refrescos, ya que 60% de las familias del país los incluyen en su
dieta de todos los días, aunque ello represente el diez por ciento de lo que
gastan en alimentación.
Y no digamos la comida chatarra, la que ni la misma SEP con todo y decreto
pudo regular en las escuelas. Según el Instituto Mexicano del Seguro Social, siete de cada 10 mexicanos tienen sobrepeso, debido a un creciente
consumo de productos elaborados con harinas refinadas, azúcar y grasas vegetales
con gran cantidad de calorías. Y lo que esto implica y va a implicar en el
futuro próximo en el sistema nacional de salud con el incremento desmedido de enfermedades como la hipertensión, la diabetes tipo 2,
los problemas cardiovasculares, los
derrames cerebrales, las enfermedades de la vejiga, la osteoartritis, la apnea
del sueño y los problemas respiratorios, y hasta algunos tipos de cáncer (como
endometrio, de seno y colon). Según la Secretaría de Salud, los problemas de obesidad ya le
cuestan cada año al país 42 mil millones de pesos y una pérdida de
productividad estimada en 25 mil millones. Gordos, sedentarios y deprimidos.
Mala combinación.
Ven porqué no ganamos más medallas olímpicas, ni podemos aspirar a ganarlas
en el futuro.
[1]Publicado
en La Jornada Veracruz el martes 14 de agosto de 2012.
[2]Coordinador de la Cátedra UNESCO – UV
“Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”. http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx
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