La
reforma educativa que viene[1]
Edgar J. González
Gaudiano[2]
Hace
unos días el Ejecutivo envió para su discusión en la Cámara de Diputados una
iniciativa de reforma constitucional en materia educativa. En el fondo es una
propuesta para que el Estado mexicano recupere una rectoría en materia
educativa, que nunca debió haber perdido.
La propuesta consiste en reformar el
artículo 3° Constitucional, a fin de establecer un sistema profesional de
docentes, considerando que en ellos recae el rol principal de la calidad del
proceso educativo. Por lo mismo, es una responsabilidad del Estado darles
certidumbre en su ingreso, permanencia y promoción en el servicio.
Para ello, se dotará de autonomía
a un Instituto Nacional de Evaluación para la Educación y se establecerá una
norma para crear el sistema de operación y gestión educativas, con el mandato
al INEGI de realizar de inmediato el registro nominal de
escuelas, profesores y estudiantes.
Alguien de cualquier otro país, se
preguntaría por qué no era esto así antes de esta administración. Se extrañaría
que a estas alturas del partido no sepamos con exactitud cuántas escuelas,
maestros y estudiantes hay y que fuese el sindicato magisterial el que ha tomado hasta
ahora las decisiones sobre las plazas docentes.
Pero así es y aunque el SNTE ha manifestado que apoya dicha
reforma, la iniciativa está dirigida contra el grupo dirigente del mismo que ha
mantenido como rehén al gobierno y al país, con sus caprichosos chantajes y sus
desplantes autoritarios.
Ojalá que los cambios impliquen el fin de esas canonjías
inadmisibles, como el ejército de 45 mil comisionados para realizar tareas
sindicales, con los cuales el grupo dirigente del SNTE ha construido un partido
político que se arrima a la sombra que mejor cobije sus perversos intereses.
Ojalá se acaben también el turbio manejo de cuotas y otras
prestaciones que se negociaban para el apoyo a maestros y que terminaban en
manos de incondicionales, corrompiendo hasta el sentido del servicio
profesional de carrera en el sector educativo, tanto federal como de los
estados.
La iniciativa también prevé crear hasta
40 mil escuelas de tiempo completo durante el sexenio con
jornadas de seis a ocho horas diarias, para aprovechar mejor el
tiempo y para suministrar ahí donde se requiera los alimentos
para los niños, provenientes de micro empresas locales con la prohibición
constitucional de distribuir y consumir aquellos que no cumplan con
las normas oficiales de salud.
Aquí me han llamando la atención las
denuncias que algunos diputados han hecho sobre la excesiva presión que
cabilderos de las empresas de comida chatarra están ejerciendo para eliminar
esta parte de la iniciativa. Esto es, al igual que el SNTE las empresas de golosinas,
frituras y refrescos que han convertido a la población mexicana en obesa y
propensa a toda una serie de severos problemas de salud, se sienten amenazadas
en sus pingües ganancias.
No es posible ceder en este aspecto, que se
intentó poner en marcha sin éxito durante los gobiernos de Fox y Calderón que
se rindieron sumisamente a dichas presiones.
La rectoría del Estado en materia educativa recuperará
para los maestros mexicanos la dignidad de su trabajo, al no quedar ya su
ingreso, estabilidad y futuro a expensas de intereses espurios. Sin embargo, no
será fácil suprimir ese cáncer maligno que invade de arriba a abajo la
estructura del sector de educación básica del país, por lo que próximamente veremos
de qué madera están hechas las autoridades federales, estatales y municipales o
si todo es cera de panal.
No se resuelve todo con esta reforma. Habrá
que trabajar mucho para abatir los altos índices de analfabetismo y deserción
escolar; para incrementar los bajísimos niveles de calidad educativa; para
terminar con las simulaciones en el desempeño escolar; y otros muchos etcéteras.
Pero la reforma constituye un gran paso en
la dirección correcta. Después de este paso demos los otros que se necesitan
dar para que la educación pública se convierta efectivamente en el factor que
tienda a desarrollar en armonía, todas las facultades del ser humano y fomente
en él, a la vez, el amor a la patria, el respeto a los derechos humanos y la
conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la
justicia.
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