Los
charlatanes de siempre[1]
Edgar J. González
Gaudiano[2]
El
día de ayer diversos medios impresos, incluida La Jornada Veracruz, dedicaron
su primera plana o planas completas a darle cobertura a una nota que acusa de
mentir a la Organización de Naciones Unidas y más específicamente al Panel
Intergubernamental de Cambio Climático.
La nota denuncia que la política
internacional de respuesta al cambio climático es una estafa, puesto que el
calentamiento global obedece a las “variaciones en la constante solar” y que al
actual periodo de calor vendrá una era glacial de más de cuarenta años.
Sin aportar ninguna fuente confiable, el
director de un centro educativo con sede en Xalapa, Veracruz, denominado Instituto de Ciencias Avanzadas, AC, que se
presenta a sí mismo como astrobiólogo, rebate el conocimiento disponible sobre
este fenómeno, denuncia que la ONU se sustenta en premisas corruptas e incluso manifiesta
su preocupación de que el estado de Veracruz genere políticas públicas sobre
este tema, como es el caso de la Ley Estatal de Mitigación y Adaptación ante
los Efectos del Cambio Climático.
Podría considerar la nota como propia de
estos días de apocalipsis mundial, si no fuera porque recibí varias llamadas
sobre este particular, de gente alarmada más que por el contenido de la misma
por la desmesurada cobertura periodística proporcionada a un grupo de personas
obviamente interesadas en promover los programas académicos que ofrecen,.
El caso no es fenómeno nuevo. Varios estudios
sobre los discursos acerca del cambio climático en los medios masivos de
comunicación han encontrado situaciones parecidas en forma recurrente.
Se ha detectado, por ejemplo, un uso
diferenciado en el lenguaje conceptual empleado: los científicos hablan de
cambio climático; las noticias en los medios de calentamiento global y la
industria petrolera de gases de efecto invernadero. Es evidente que el uso de
determinados conceptos, entendidos como construcciones discursivas, tiene en
este caso manifiestas intenciones político-ideológicas.
Algunos autores destacan el fuerte acento
que dan los medios en los Estados Unidos a la incertidumbre científica y
analiza cómo el criterio periodístico de balancear los puntos de vista produce
una visión desequilibrada. Revisan, por ejemplo, los programas de entrevistas
al que se invita a alguien del Panel Intergubernamental del Cambio Climático
que representa a un gran número de científicos reportando estudios de muchos
años, con el mismo espacio que a un escéptico que suele hablar a nombre propio
y desde sus creencias, sin aportar fuentes válidas que den sustento a sus
afirmaciones. Es exactamente el caso que nos ocupa hoy aquí.
Con ello, más que balancear la información se
destaca de manera exagerada la falta de consenso científico en el problema, lo
que ha sido aprovechado por inconfesables intereses políticos y económicos de ese
país para postergar las decisiones hasta que se ‘superen las ambigüedades’.
Otros autores, cuyos estudios puedo
proporcionar a quien se encuentre interesado, exploran también la forma cómo
esta incertidumbre ha sido manufacturada en los medios norteamericanos y
documentan cómo algunas industrias, por ejemplo, la del tabaco o la petrolera,
asignan la etiqueta de ‘ciencia basura’ a algunos estudios para deslegitimarlos
y cuestionar la validez de la evidencia científica en la que se basan las
regulaciones ambientales.
Lo que me preocupa personalmente de esto,
es que medios serios como La Jornada Veracruz hayan caído en la trampa tendida
por algunos charlatanes, quienes mediante declaraciones sensacionalistas
simplemente quieren llevar agua a su molino.
Tendría que exigir, pensando en compensar
los posibles efectos nocivos que puede generar el oportunismo de referencia a
la construcción de una representación social apropiada del cambio climático,
que también me concedan las ocho columnas de la primera página.
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