lunes, 29 de febrero de 2016

Veracruz: la danza del dinero*

Edgar J. González Gaudiano**

Las denuncias y protestas recientes en el estado de Veracruz han conducido a nivel internacional la recurrente inconformidad que la población de este estado ha venido manifestando durante muchos años. Las sospechas sobre la magnitud del daño ocasionado por administraciones fraudulentas en el estado fueron confirmadas, hace unos días cuando el auditor superior de la federación, Juan Manuel Portal, admitió que la peor calificación de auditoría a nivel nacional estuvo a cargo de Veracruz. Otro nada honroso primer lugar nacional (además del Sida, dengue, diabetes y obesidad) que implica la gigantesca suma de 35 mil 421.7 millones de pesos en observaciones sin solventar, procedimientos resarcitorios y denuncias penales. Suma equivalente a lo que observaron a otros 16 estados juntos.
En ese mismo informe se denunció que el gobierno de Veracruz simuló la devolución de, cuando menos, 4 mil 770 millones de pesos a fondos federales buscando evitar que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) le fincara responsabilidades. El gobernador Javier Duarte había mentido una vez más al asegurar que esas demandas ya estaban sobreseídas.
Como si eso no bastara, el gobierno de Veracruz posee la tercera mayor deuda bancaria del país, con 44 mil 470.8 millones de pesos, cantidad que fue admitida por el mismo Javier Duarte; cifra a la que se suma la deuda nueva adquirida en 2015 por otros cuatro mil millones.
El Senador José Yunes Zorrilla, presidente de la Comisión de Hacienda del Senado, calcula la deuda total de Veracruz en, por lo menos, 80 mil millones de pesos. No obstante, los estudios del investigador de la Universidad Veracruzana Hilario Barcelata estiman dicha deuda en más de 120 mil millones de pesos, lo que en palabras del académico sobrepasa “todos los límites de la racionalidad financiera, de la responsabilidad administrativa y de la ética política al contratar montos de deuda pública que exceden la capacidad de pago del gobierno y que ponen en riesgo el desarrollo del estado”.
Para cualquier ciudadano no familiarizado con datos macroeconómicos esas cifras astronómicas son impensables. Ni siquiera sabe qué significan, pero son la diferencia entre un estado devastado por la corrupción y la impunidad y otro con un sistema carretero transitable, con un sistema de salud equipado y con suministros, con un sistema educativo funcionando en condiciones de calidad, con seguridad social y perspectivas de empleo decente, etc. etc. Ahí es donde se han ido el presente y el futuro de los veracruzanos.
Solo a la Universidad Veracruzana el gobierno del estado le adeuda 2 mil 76 millones, lo que la ha puesto en una situación crítica en la que se sacrifica a miles de jóvenes, ese bono demográfico que ha sido despreciado; pero a esta deuda se suman muchas otras, como la del Instituto de Pensiones, las becas de estudiantes y hasta de pequeños negocios que cometieron la osadía de darle crédito a un gobierno que no paga, por lo que ahora están en bancarrota.
Un tema que particularmente me interesa y que forma parte de mi objeto de estudio es el que corresponde a los efectos de los fenómenos hidrometeorológicos extremos en comunidades vulnerables. Ello porque está comprobado que los desastres contribuyen significativamente a la desigualdad y al rezago social. Para medio compensar esto, se creó el Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden), que de naturales no tienen nada pues aunque tienen como origen un fenómeno natural, el desastre es una construcción social en la que intervienen muchos factores, entre ellos la ineptitud y negligencia de las autoridades.
Como quiera, una visita rápida a la página de la Secretaría de Gobernación,  los datos que ofrece el Sistema Nacional de Protección Civil nos reportan cuántos recursos se canalizaron a los estados que tuvieron declaratorias de desastres a través del Fonden. Vale decir que son recursos federales cuantiosos que deben ser aplicados a los municipios afectados para ayudar a la población, a reconstruir infraestructura, a crear empleos temporales, y a todo aquello que contribuya a la gente a recuperar la funcionalidad (que no normalidad) de sus vidas después de las contingencias.
Obviamente los gobiernos estatales, entre ellos el de Veracruz, suelen apresurarse a hacer la declaratoria para recibir recursos federales frescos. En este sentido, según la página de referencia de la Secretaría de Gobernación, el estado de Veracruz entre 2011 y 2015 recibió más de 50 mil 400 millones de pesos para paliar las emergencias, pero que con toda seguridad no se aplicaron ahí donde se necesitan, porque hay comunidades que aún padecen los estragos causados por fenómenos incluso del año 2010 (como los ocasionados por el huracán Karl y la tormenta tropical Matthew). Más aún porque cuando los pocos recursos llegan a las comunidades han apoyado a la gente, pero con sesgos partidistas y criterios clientelares que re-victimizan a los damnificados.
No sé si estos cuantiosos fondos federales fueron auditados por la ASF, pero debería hacerlo porque es de miserables desviar el dinero que está destinado a la gente en situación de emergencia, lo que explica en parte la severa crisis social en la que se encuentra sumido el estado de Veracruz, sobre todo las pequeñas poblaciones vulnerables a fenómenos climáticos que han sido abandonadas a su suerte.
La magnitud del despojo que estamos sufriendo solo puede ser resultado de delincuencia organizada. Obviamente no es resultado de la acción de una sola persona por más irresponsable que sea, sino de un gran número de cómplices (coalición de servidores públicos para defraudar) que también deben ser investigados y sancionados ejemplarmente.
El costo social y económico de  un desfalco de tales dimensiones representará para el estado al menos cincuenta años de dificultades, suponiendo que la situación de malversación no continúe. Medio siglo perdido que implicará más hambre, miseria, sufrimiento y emigración obligada, ante la falta de desarrollo de un estado que lo tiene todo para salir adelante, pero que padece la desgracia de tener también un gobierno en manos de un grupo político voraz y mezquino que se regodea en su impunidad. ¿Hasta cuándo?

*Publicado en La Jornada Veracruz el 29 de febrero de 2016: http://www.jornadaveracruz.com.mx/Post.aspx?id=160229_065425_598
**Académico del Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana.

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