lunes, 2 de mayo de 2016

¿Y si no le pagan a la Universidad Veracruzana?*

Edgar J. González Gaudiano**

Ante la nula respuesta del gobierno del estado de Veracruz a los reclamos para resarcirle a la UV los adeudos pendientes al día de hoy de casi dos mil trescientos millones de pesos, ha surgido la pregunta de qué debiéramos hacer para ejercer más presión. Preocupación justificada porque el año transcurre y no sólo no se reduce el saldo sino que incluso se incrementa, con un gobierno que está a pocos meses de irse y de heredar el problema a alguien más.

Es verdad que las autoridades de la Universidad han emprendido una serie de gestiones políticas y legales ante los senadores y diputados, la Secretaría de Educación, los rectores de la Anuies, demandas ante el ministerio público federal (PGR) y la Fiscalía Especializada en Delitos relacionados con hechos de corrupción cometidos por servidores públicos de la Fiscalía General del Estado (FGE), además de una demanda de inconstitucionalidad a la Ley de Egresos del Estado, mediante un juicio de amparo indirecto por la reducción de su presupuesto en 2016. La totalidad de los candidatos de los partidos políticos aspirantes al puesto de gobernador se han pronunciado a favor de los reclamos de la UV. Más recientemente, la Junta de Gobierno formuló denuncias ante ONU por violaciones al derecho de la educación superior. Todas estas medidas son inteligentes y encomiables.

Empero ni exhortos, ni declaraciones, ni desplegados parecen importarle al gobernador, ni a las autoridades federales que lo cobijan. Sólo con las marchas del 26 de febrero y del 10 de marzo hubo alguna reacción ya que se entregaron enseguida 40 millones de los adeudos pendientes de recursos federales. Después de eso, el gobernador parece burlarse de los esfuerzos que se hacen por recuperar los recursos y continúa aplicando sus consabidas excusas. Una vez más el secretario de finanzas declara que las cifras no cuadran.

Algunas autoridades universitarias han señalado que este incumplimiento en la entrega de los subsidios genera problemas de equipamiento, de mantenimiento, en obras y construcciones y en el pago de proveedores, entre otros, lo que incluso podría repercutir en la certificación de programas de licenciatura y posgrado. Los daños se incrementan aún más porque a este ultraje local se añade la reducción de alrededor de 70 por ciento de los recursos federales del Programa de Fortalecimiento de la Calidad en Instituciones Educativas (Profocie).

Todas estas repercusiones son ciertas, pero a mi juicio importa más lo que no es tan visible, pero que está teniendo consecuencias académicas de diverso tipo, algunas de ellas irreversibles. Me refiero al hecho de que se están demorando durante meses convocatorias a concursos de oposición para cubrir plazas disponibles, no se autorizan interinatos, se posterga el inicio de años sabáticos con diferentes excusas y se evita tomar medidas de vital importancia, porque se carece de los recursos que implicaría su aplicación, entre varias otras. Esa situación está difiriendo el desarrollo de programas educativos y de consolidación de grupos de investigación. Se afectan también procesos de mejoramiento de la calidad educativa y, por si fuera poco, se genera desaliento y frustración entre el personal académico.

La Universidad despliega esfuerzos extraordinarios para pagar la nómina quincenal puntualmente y continúa cumpliendo con sus compromisos institucionales regulares. El más reciente es el de la Feria Internacional del Libro Universitario desarrollada con gran éxito. Pero el incumplimiento persistente en la entrega de los recursos financieros para la adecuada operación de la UV socava poco a poco la entereza e integridad mostradas hasta ahora. Se da más, pero es insostenible por más tiempo. Hay que admitirlo.

Se empieza a escuchar la propuesta de volver a salir a la calle para encarar la intransigencia del gobernador. Sin embargo, el Consejo Universitario General decidió no marchar durante el periodo de campaña para no violar la veda electoral. La considero una decisión desafortunada con base en información equivocada, porque no haríamos proselitismo en favor de ningún partido, y lejos estaríamos de difundir resultados de encuestas y obras públicas, que son las acciones punibles. No se vale escudarse en el proceso electoral para continuar violando la ley. Tampoco se vale restringir la libre expresión de reclamos justos con base en la falacia de que podría influir en las preferencias electorales de los ciudadanos. Los retrasos en el pago están influyendo más. Créanme. Si eso les preocupa a los incondicionales del gobernador, mejor paguen.

No obstante, incluso respetando la decisión del Consejo Universitario General podemos salir a la calle, porque éste no se pronunció en contra de los plantones, decidió no marchar. Es más los plantones fueron aprobados. Así que podríamos hacer un gran plantón en la Plaza Regina y otros sitios emblemáticos de las ciudades del estado donde haya instalaciones universitarias, para protestar sin transgredir las disposiciones del máximo órgano universitario. Estoy pensando en una especie de performance monumental que tuviera un gran impacto mediático nacional e internacional, por ejemplo, acostándonos en el piso de las plazas y calles aledañas. Los colegas de Artes seguramente pueden ser mucho más creativos que yo en sugerirnos distintas formas de expresión y volver a salir a la calle para exigir que dejen de vulnerarse nuestros justos derechos.

*Publicado en La Jornada Veracruz el 2 de mayo de 2016.
**Académico del Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana.

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