lunes, 14 de enero de 2013

El medio ambiente en la reforma educativa


El medio ambiente en la reforma educativa[1]

Edgar J. González Gaudiano[2]

La propuesta de reforma educativa que se discute en este momento en las legislaturas estatales, sin duda alguna será aprobada pese a la resistencia del grupo dirigente del SNTE y el próximo amparo colectivo que pretenden presentar el día de mañana. Al día de hoy doce estados incluido Veracruz la han aprobado y sólo faltarían otros cuatro para que sea legal. 

Sin embargo, una de las omisiones de dicha reforma ha sido el tema del medio ambiente. Asunto de suyo prioritario que no puede soslayarse en los esfuerzos institucionales por fortalecer la calidad del sistema educativo. La única referencia a los contenidos de la educación ambiental en  la reforma es la de la comida (que no alimento) chatarra y está más enfocada en la perspectiva de la educación para la salud por el problema de la obesidad adulta e infantil que padece el país. Medalla de plata en obesidad de adultos y de oro en obesidad infantil a nivel mundial, no es poca cosa y ya era hora de enfrentar el asunto en serio.  

Pero quizá por eso, la propuesta que se hiciera desde el Consejo Nacional de Educación Ambiental para la Sustentabilidad de que fuera puesta al día la Estrategia Nacional de Educación Comunicación y Capacitación Ambiental, ha sido asumida como compromiso presidencial.

Tal decisión constituye un paso muy importante para elevar la prioridad política de la educación ambiental en la agenda institucional. Esperamos que, en congruencia, el tema quede bien expresado en el Plan Nacional de Desarrollo y al menos en los programas sectoriales de mediano plazo de medio ambiente y de educación. Y, desde luego, mediante un incremento sustancial del presupuesto destinado a su impulso e instrumentación en el territorio nacional. Como dirían los clásicos “Prioridad que no está en el presupuesto, no es prioridad”.

Durante la administración pasada, la educación y la cultura ambiental quedó registrada por primera vez en el Plan Nacional de Desarrollo para contribuir a reforzar la valoración y las acciones de respeto a los recursos naturales, mejorando los mecanismos que el sistema educativo utiliza para dar a conocer y valorar la riqueza ambiental de nuestro país, así como diseñando e instrumentando mecanismos de política que dieran a conocer y llevaran a valorar la riqueza ecológica de nuestro país a todos los grupos sociales.

Ya sabemos que en esos seis años, la política ambiental fue fallida pues se entregó la tercera parte del país a la explotación minera y se autorizó casi sin restricciones el impulso  de cultivos transgénicos incluido el maíz, entre otras decisiones del próximo conferencista de la Universidad de Harvard.

Sin embargo, la educación ambiental pese a la disminución progresiva del presupuesto del Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable (Cecadesu) de la Semarnat, principal impulsor de las acciones correspondientes a nivel nacional, tuvo muy buenos resultados en su coordinación con la Secretaría de Educación Pública. Esa es una colaboración que tiene tres sexenios de estarse dando y que tendría que continuarse y fortalecerse durante este gobierno, privilegiando el apoyo y la coordinación con las Instituciones de Educación Superior, pues son actores fundamentales para el fortalecimiento del campo, dado que ellas impulsan procesos de formación, investigación, divulgación y vinculación que resultan potencialmente muy importantes para el desarrollo de la sustentabilidad y de la educación ambiental en el país.

En ese mismo sentido, también es preciso impulsar acciones con las escuelas normales y las universidades pedagógicas, pues en el currículo de éstas la educación ambiental sigue sin conseguir el peso indispensable para garantizar que la educación básica se convierta en un nivel que asuma e impulse la construcción de una cultura ambiental.

De igual forma, durante el sexenio pasado se creó el Consejo Nacional de Educación Ambiental para la Sustentabilidad, grupo integrado por 21 especialistas de la sociedad civil organizada y la academia que contribuye a orientar la política de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales en esta materia.

  El Consejo Nacional y el Cecadesu serán factores clave para llevar a buen puerto el compromiso presidencial. Una estrategia nacional debe implicar una buena articulación de la educación ambiental, primero, al propio interior de la Semarnat, y con los sectores gubernamentales más implicados como educación, salud, energía y agricultura, entre otros. Asimismo, es preciso identificar y fortalecer el acercamiento a actores estratégicos para coordinar y apoyar acciones y brindarles asesoría técnica y pedagógica a fin de promover iniciativas, programas y acciones consistentes en materia de educación ambiental dentro y fuera de las escuelas en todo el país.

La débil formulación que existe, fundamentalmente en los partidos políticos, de un proyecto de país en el que se le dé centralidad a la sustentabilidad, propicia que muchos proyectos de educación ambiental se inscriban acríticamente en una tendencia neoliberal que cosifica e instrumentaliza a los ecosistemas y les otorga un limitado carácter de capital natural.

De ahí que resulta impostergable propiciar espacios de debate, cuyos resultados alimenten un proyecto de nación que permita que la sustentabilidad adquiera tal relevancia que influya de manera determinante en las políticas económicas y sociales y no solamente en las ecológicas. En este reto, la educación ambiental reviste efectivamente la más alta prioridad política y social.

 



[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el lunes 14 de enero de 2013, pág.6.
[2] Coordinador de la Cátedra UNESCO – UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”. http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx

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