lunes, 13 de junio de 2011

Los complicados desafíos de Javier Duarte

Edgar González Gaudiano


En las últimas semanas hemos venido constatando el cambio gubernamental en Veracruz, a través de un cambio de discurso y de actitud política visibles desde muchos ángulos. Bueno, ¡hasta el palacio de gobierno va cambiando del color rojo característico de la gestión anterior por tonos verdes discretos! Símbolos iniciales de lo que pretenden ser transformaciones de fondo en el estado.
Pero los problemas están ahí y no se van a resolver con plantones de una docena de personas, con un par de mantas con leyendas que rezan ¡Duarte: Estamos contigo! ¡El pueblo reconoce tu apoyo! Esas son decadentes manifestaciones de acarreadores profesionales autodenominados líderes populares, que medran con las necesidades y desesperación de la gente. Es un nivel vergonzante de la política que convendría fuese rechazada por el gobernador en forma pública y abierta, no para coartar la libertad de expresión, sino para reducir la perversa simulación y las imposturas, pues hay un hartazgo social de diletantes.
En medio de este ambiente político es urgente comentar sobre cinco de los principales retos del actual gobierno. Son asuntos que requieren de acciones sistemáticas y persistentes puesto que son complejos. Se presentan en brevísimas síntesis que no están planteadas en orden jerárquico. Todos ellos son cruciales para la calidad de vida del estado y deben atenderse con políticas y acciones convergentes. Son críticas de buena fe y en plan propositivo.
1. Medio ambiente
La situación ambiental del estado es un completo desastre. Por el territorio veracruzano escurre el 30% del agua superficial de todo el país y paradójicamente tenemos problemas de disponibilidad de agua. Prácticamente todas los ríos están contaminados y sus cuencas degradadas. Los índices de deforestación siguen incrementándose y el cambio de uso de suelo es moneda corriente. El patrimonio natural de un estado rico en biodiversidad se deteriora progresivamente, con implicaciones económicas y sociales de corto, mediano y largo plazos, como resultado de la sobreexplotación pesquera y forestal en algunas zonas, por incendios forestales y otros desastres mal llamados “naturales” que cada año ocasionan fuertes avenidas que derivan de la pérdida de la cubierta vegetal de los suelos, que de ese modo son arrastrados por la lluvia. El uso descontrolado de agroquímicos que envenenan al ambiente y numerosas comunidades campesinas está documentado y tenemos más de 150 tiraderos a cielo abierto. Las áreas urbanas crecen sin control alguno, incluso en zonas de alto riesgo, con la complacencia de autoridades y el beneplácito de fraccionares y empresas inmobiliarias.
Es evidente que este severo deterioro ambiental produce problemas económicos, de salud, migración, sufrimiento y pérdida agravada de condiciones de bienestar en el presente y el futuro de Veracruz. La SEDEMA no será capaz de enfrentar esta situación, ni siquiera de manera incipiente, con un presupuesto minimalista y una descoordinación institucional. El problema ambiental requiere de realinear la política agropecuaria, pesquera, turística, económica, etc. De otro modo sólo se responde reactivamente poniendo parches. Un ejemplo claro de esta ausencia de coordinación y concurrencia de competencias es el Programa Veracruzano ante el Cambio Climático. Entregado por la Universidad Veracruzana al Gobierno del Estado hace ya dos años, suele mencionársele como un referente oficial pero no se formaliza su aplicación. Se ha convertido en bandera política sin contenido alguno.
2. Energía
El estado ha heredado numerosos errores del pasado, empezando por la Central Nuclear de Laguna Verde que es una Espada de Damocles pendiendo sobre los veracruzanos. Es una central que produce sólo el 3% de la energía eléctrica en el país, que se podría compensar sólo con un buen programa de ahorro energético, pero que representa un riesgo muy alto. No hay medidas, ni dinero, ni excusas que valgan frente a un “accidente”. Chernóbil y ahora Fukushima lo confirman.
Frente a ello se desperdicia el enorme potencial solar y eólico y se continúan proponiendo medidas descabelladas de alto impacto social y ambiental como el sistema de las seis microrepresas a lo largo del río Pescados-Antigua que afectaría a Jalcomulco y otros siete municipios, y proyectos similares en muchos otros sitios del estado. Es obvio que las autoridades responsables sufren de autismo, frente a la magnitud de los problemas que algo así generaría.
3. Economía

Datos sumamente reveladores son los publicados en 2010 por el Instituto Mexicano de Competitividad, donde Veracruz ocupa el lugar 26 con un PIB per cápita 32.4% inferior al promedio nacional, una tasa de 2% por debajo del crecimiento nacional en el periodo 2006-2008 y un decrecimiento de -0.7% en 2008 que contrasta significativamente a nivel nacional.
El desempleo de Veracruz para 2008 alcanzaba 2.4%, 1.7 puntos porcentuales arriba del promedio nacional, a pesar de todas las declaraciones del gobierno en sentido contrario. Veracruz descendió 15 posiciones en “Economía dinámica y estable” y cayó hasta el lugar 29, y perdió 14 posiciones en “Gobierno eficiente y eficaz” para ocupar el lugar 28. Además, perdió una posición en “Aprovechamiento de las relaciones internacionales” y ahora ocupa el último lugar, debido a que entre 2006 y 2008 la inversión extranjera directa disminuyó 76% para alcanzar sólo 101 millones de pesos, apenas 0.02% de su PIB.
El problema de la deuda pública es un tema que se cuece aparte por su magnitud. 30,000 millones de pesos. Casi diez veces más que lo que se endeudó el gobierno de Miguel Alemán. Es una hipoteca del futuro de los que menos tienen en el estado.
Estos datos no son mala prensa, sino información que no ha sido desmentida y que evidencia la sinrazón de las campanas que se echaron al vuelo en la gestión anterior y que todo mundo celebró empezando por el obsequioso congreso del estado.
4. Gobierno y rendición de cuentas
El relevo gubernamental ha sido escandaloso. Pese a la autocensura de muchos medios se supo cómo muchos alcaldes salientes y sus cabildos desmantelaron los ayuntamientos. No sólo no dejaron documentación que pudiera incriminarlos, se llevaron el mobiliario y el equipo de cómputo. En algún caso hasta el cableado eléctrico. Se levantaron algunas demandas en los municipios más pequeños y pobres. De los demás no se dijo oficialmente nada. De igual forma, se dijo mucho de las numerosas obras que se pagaron a precios altos y no se hicieron o se hicieron mal, en muchos casos por empresas creadas al vapor para hacer negocios ilícitos. Se han anunciado algunas medidas que parecen cortinas de humo. Otra vez los peces gordos no entraron en la red. Se trata, en los hechos, de delincuencia organizada para defraudar el erario público. No se han rendido cuentas claras, aún a sabiendas que se han regresado algunos fondos y levantado pocas demandas. Eso no puede seguir ocurriendo. Alguien tiene que hacerse cargo, pues de ese modo continúa el descrédito de las instituciones del Estado y eso complicará notablemente la gobernabilidad. No puede haber borrón y cuenta nueva cada seis o cada tres años. Hay una impunidad rampante que constituye un cáncer para el sistema de justicia. ¿Cómo puede hablarse de estado de derecho con ese atávico comportamiento de la élite política?
5. Sociedad
Veracruz goza, por el momento, de una situación privilegiada en el país respecto de los altos índices de violencia. Esperamos que esa situación se mantenga porque ha permitido incrementar el flujo turístico y compensar en parte el mal momento de la economía estatal. Sin embargo, las condiciones sociales no mejoran.
Tenemos un alto índice de marginación social, sólo por encima de Guerrero, Chiapas y Oaxaca; un alto índice de emigración internacional pues el INEGI reporta que en cinco años se han ido del estado 62,720 personas, 95.3 % a los Estados Unidos y 74.2% entre 15 y 44 años. Esto es, estamos perdiendo nuestro bono demográfico al irse veracruzanos en plena etapa productiva. La tasa de crecimiento social total es -0.94, debido entre otras cosas a que 25,353 personas según el INEGI se fueron a otros estados en 2010 y a una tasa de mortalidad infantil de 16.68 por cada mil nacidos, cuando en el país es de 7; es decir, padecemos una tasa de mortalidad infantil equivalente a la de Botswana y Cabo Verde, en África.
Además, tenemos una esperanza de vida de 74.2 años, una de las más bajas del país, una tasa de alfabetización de apenas 86.7% y un índice de desarrollo humano medio de 0.7573 nuevamente sólo por encima de Chiapas, Guerrero y Oaxaca. Pero sufrimos una incidencia de sobrepeso y obesidad en el Puerto de Veracruz que ocupa el primer lugar a nivel Latinoamérica y entre 60 y 65% de la población menor de 15 años presenta esta condición, la más alta del país.
Los retos son enormes y para enfrentarlos es imprescindible la participación social, pues el gobierno no podrá hacerle frente solo a desafíos de esta magnitud y complejidad en un entorno internacional financieramente deprimido y un contexto nacional que se apresta para las elecciones del 2012 en condiciones de violencia creciente, postergando todo lo demás.
En nuestra infancia se presumía coloquialmente y guardando todas las proporciones, que Veracruz era como California en Estados Unidos. Que tenía todo para convertirse en un país independiente: vastos recursos naturales, un litoral de 745 km, el mejor puerto, una posición estratégica en el territorio nacional, historia y cultura y, aunque no se llamaba así, un bono demográfico que prometía un futuro próspero y feliz. Ahora vemos cuál ha sido nuestro destino manifiesto.

El gobernador mismo está labrando su imagen para la historia. Nadie, ni el más carismático, escapa a ese juicio sumario cuando se ha dejado el poder. Sobran los ejemplos recientes. Seis años pasan muy rápido. Es posible aceptar que se cometen errores en algunas decisiones, siempre y cuando el criterio sea buscar el bien común, de la mayoría. Por eso es preciso que el gobernador ignore el canto de las sirenas y los devaneos de los que, con toda seguridad, merodean en torno suyo, proponiéndole proyectos en los que sólo resultarán beneficiados los mismos de siempre, externalizando los daños e impactos negativos al conjunto de la población del estado. No nos lo merecemos.
Basta ver la Corte de los Milagros en la que se ha convertido el centro de Xalapa, para confirmar que se necesitan políticas y decisiones audaces que rompan el vicioso círculo de más pobreza y deterioro ambiental. El Plan Veracruzano de Desarrollo 2005-2010 va en esa dirección. Pero también sabemos que los planes de desarrollo al cabo de un tiempo corto, se convierten en meras referencias documentales que nadie lee y menos aplica en la gestión de gobierno.

Publicado en La Jornada Veracruz en dos partes los días 3 y 4 de mayo de 2011
http://www.jornadaveracruz.com.mx/Noticia.aspx?seccion=7&ID=110503_122550_929

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