lunes, 19 de marzo de 2012

El desarrollo sustentable y la economía verde



Edgar J. González Gaudiano[1]

Aunque el concepto de desarrollo sustentable había sido enunciado unos años antes, fue el reporte de la Comisión Brundtland “Nuestro Futuro Común” en 1987 el que lo hizo famoso. El concepto ha sido muy polémico por su énfasis intergeneracional más que intrageneracional, pero al cabo de estos 25 años ha terminado por posicionarse como una propuesta que, al margen de las definiciones, intenta articular el crecimiento económico, con equidad social y la conservación del medio ambiente.
Sin embargo, al cabo de estos 25 años lo que hemos visto ha sido la nula incidencia de la propuesta de la sustentabilidad en términos de la política real. No ha sido por falta de crecimiento económico pues a pesar de las crisis económica y financiera el crecimiento económico en el mundo ha sido ascendente. Incluso en México a pesar del fracaso de la política económica que nos tiene estancados frente al resto de los países, el PIB per capita pasó de cerca de 2000 dólares a finales de la década de los ochenta a cerca de 9000 en este momento. Sin embargo, la inequidad ha crecido. Los ricos son mucho más ricos que antes y el número de pobres crece mucho más rápido que la población, lo que implica que la riqueza que genera el país se concentra en muy pocas manos. Y encima de esto un deterioro del medio ambiente sin precedente alguno; abandono del campo y de la inversión en ciencia y tecnología; niveles ínfimos de calidad educativa, etc., etc.
Por lo mismo, el discurso gubernamental sobre la sustentabilidad es un discurso hueco que no tiene bases en la realidad de nuestro país. Y en el mundo las cosas no marchan mejor en términos de equidad y medio ambiente. Es por eso que en la negociación internacional ha venido proponiéndose  el concepto de Economía Verde. Otra vez, el reto es mejorar el bienestar humano y la equidad social, reduciendo los riesgos ambientales mediante el impulso de procesos económicos que disminuyan sus huellas de carbono y sean socialmente incluyentes. 
Esta modernización del discurso puede ser seductora pero en el fondo es más de lo mismo, con la idea de que sea el mercado el que siga rigiendo los destinos de la humanidad. La propuesta de la Economía Verde es sólo una nueva máscara del neoliberalismo para que las cosas sigan igual para quienes se comen la tajada grande del pastel, pero peor para los que ven caerse a pedazos su nivel de vida.  Oiremos hablar mucho de economía verde y de erradicación de la pobreza en estos meses previos a la Cumbre de Río + 20. No me extrañaría que este nuevo discurso permeara el discurso electoral de alguno de los candidatos.
El planteamiento de la Economía Verde no examina ninguna de las causas profundas del deterioro del medio ambiente, ni de la inequidad social que resultan de un sistema productivo destructor y un modelo económico injusto y regresivo. Se habla ahora de una gestión sustentable de los recursos naturales, lo que implica asignar derechos de propiedad privada sobre los bienes nacionales incorporando al mercado aquellos servicios de los ecosistemas y patrimonio natural que no había sido mercantilizado. Véanse si no las autorizaciones mineras. En el fondo, todo es para aplicarnos las mismas recetas de siempre: eficiencia en el gasto público, contracción salarial, inversión privada, etc. lo que en la jerga neoliberal significa más sacrificios para la clase trabajadora. No nos vayamos con esa finta.


[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el 19 de marzo de 2012. Coordinador de la Cátedra UNESCO – UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”.

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