lunes, 10 de diciembre de 2012

El colapso xalapeño


El colapso xalapeño[1]
Edgar J. González Gaudiano[2]
 
La semana pasada la vialidad en la ciudad de Xalapa se desquició. Recorridos que usualmente requieren de quince minutos, se llevaban tres cuartos de hora. Varias son las causas que podemos inferir para explicar esta problemática condición.
Primero, tenemos los asuntos que llamaremos normales, como el desmedido parque vehicular que satura a una ciudad que no tiene condiciones apropiadas de vialidad por razones orográficas e históricas. Algunos reportes hablan de 150,000 vehículos en Xalapa, de los cuales 8,000 son taxis y 4,000 autobuses y camiones. Se trata de una concentración vehicular excesiva sobre todo de taxis, si consideramos que están continuamente circulando.
Sin embargo, el principal problema es que a pesar de la precaria vialidad, la superficie útil de rodamiento se encuentra ocupada al menos en un 50% como estacionamiento durante toda la jornada laboral. Eso reduce la circulación en numerosas calles a un solo carril, agravado en los hechos por la escasa cultura cívica, ya que basta con encender las luces intermitentes para que algunas personas consideren que eso justifique obstruir la circulación.
Numerosas señales que prohíben el estacionamiento son olímpicamente ignoradas, sin que nadie se encargue de infraccionar o de retirar a los vehículos implicados. Los pequeños accidentes entre dos vehículos que permanecen estorbando hasta que llegue el ajustador del seguro, agudizan el problema.
Segundo, tenemos las causas extraordinarias. Entre las que se encuentra la rehabilitación de arterias que efectivamente ya requerían de arreglos, como Rafael Murillo Vidal. El problema es que a pesar de que se mantuvo la circulación por uno de los carriles, algunos días desviaron el tráfico por el Tejar hasta la avenida 20 de Noviembre que se convirtió en un gran tapón. Para poder redirigir el tráfico hacia vías alternas se requiere también evitar el estacionamiento en ellas, así como la descarga de materiales en horas críticas, reprogramar obras, asignar agentes de tránsito y otras medidas que faciliten la circulación. Nada de eso se ha hecho y los ciudadanos hemos sido dejados a nuestra cuenta y riesgo.
Ahora que ha empezado a hacerse lo mismo en la avenida Lázaro Cárdenas para aplicarle concreto hidráulico en su parte urbana, es decir, de la Araucaria hasta la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan), no podemos imaginar el caos que esto va a provocar en toda la ciudad, si no se aplican medidas bien planeadas y mejor ejecutadas de circulación por vías alternas durante todo el periodo de los seis meses que durará la obra.
Considerar que es viable emprender dicha rehabilitación sólo porque ya funciona el libramiento de Xalapa es una gran equivocación, considerando que continúan atravesando la ciudad grandes trailers cuyos conductores seguramente quieren ahorrarse los altos costos del libramiento. Esos trailers al compartir un carril estrecho con vehículos mucho más pequeños también constituirán por sí mismos un factor de alto riesgo. 
Ahora bien y considerando que los vehículos no están recorriendo más de siete kilómetros por litro en promedio por las condiciones antes descritas, eso significa al menos 800 gramos de Dióxido de carbono por kilómetro recorrido por cada auto, suponiéndolo bien afinado (lo cual tampoco es el caso, al menos para el transporte público); esto es, 120 toneladas de dióxido de carbono aproximadamente por kilómetro se descargan a la atmósfera en la ciudad. Obviamente, más tráfico durante más tiempo implica mayores emisiones de gases de efecto invernadero y peores condiciones ambientales para la población de la ciudad.
Tal situación hace que cualquier medida de mitigación de gases de efecto invernadero para contribuir a disminuir los embates del cambio climático, que pudiera impulsarse por parte de la Secretaría de Medio Ambiente, queda drásticamente anulada por las condiciones del tráfico en la ciudad.
Ello demuestra claramente que la política ambiental no se reduce a las acciones que pueda tomar una determinada Secretaría, sino que ha de ser una responsabilidad compartida y coordinada por todos los sectores, en este caso, por Tránsito del Estado y el Ayuntamiento. De otro modo, no tiene ni caso hablar de política ambiental.


[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el lunes 10 de diciembre de 2012. 
(2) Coordinador de la Cátedra UNESCO – UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo. http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx/

 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario