miércoles, 19 de diciembre de 2012

Los charlatanes de siempre



Los charlatanes de siempre[1]

Edgar J. González Gaudiano[2]

El día de ayer diversos medios impresos, incluida La Jornada Veracruz, dedicaron su primera plana o planas completas a darle cobertura a una nota que acusa de mentir a la Organización de Naciones Unidas y más específicamente al Panel Intergubernamental de Cambio Climático.
La nota denuncia que la política internacional de respuesta al cambio climático es una estafa, puesto que el calentamiento global obedece a las “variaciones en la constante solar” y que al actual periodo de calor vendrá una era glacial de más de cuarenta años.
Sin aportar ninguna fuente confiable, el director de un centro educativo con sede en Xalapa, Veracruz, denominado  Instituto de Ciencias Avanzadas, AC, que se presenta a sí mismo como astrobiólogo, rebate el conocimiento disponible sobre este fenómeno, denuncia que la ONU se sustenta en premisas corruptas e incluso manifiesta su preocupación de que el estado de Veracruz genere políticas públicas sobre este tema, como es el caso de la Ley Estatal de Mitigación y Adaptación ante los Efectos del Cambio Climático.
Podría considerar la nota como propia de estos días de apocalipsis mundial, si no fuera porque recibí varias llamadas sobre este particular, de gente alarmada más que por el contenido de la misma por la desmesurada cobertura periodística proporcionada a un grupo de personas obviamente interesadas en promover los programas académicos que ofrecen,.  
    El caso no es fenómeno nuevo. Varios estudios sobre los discursos acerca del cambio climático en los medios masivos de comunicación han encontrado situaciones parecidas en forma recurrente.
Se ha detectado, por ejemplo, un uso diferenciado en el lenguaje conceptual empleado: los científicos hablan de cambio climático; las noticias en los medios de calentamiento global y la industria petrolera de gases de efecto invernadero. Es evidente que el uso de determinados conceptos, entendidos como construcciones discursivas, tiene en este caso manifiestas intenciones político-ideológicas.
Algunos autores destacan el fuerte acento que dan los medios en los Estados Unidos a la incertidumbre científica y analiza cómo el criterio periodístico de balancear los puntos de vista produce una visión desequilibrada. Revisan, por ejemplo, los programas de entrevistas al que se invita a alguien del Panel Intergubernamental del Cambio Climático que representa a un gran número de científicos reportando estudios de muchos años, con el mismo espacio que a un escéptico que suele hablar a nombre propio y desde sus creencias, sin aportar fuentes válidas que den sustento a sus afirmaciones. Es exactamente el caso que nos ocupa hoy aquí.
Con ello, más que balancear la información se destaca de manera exagerada la falta de consenso científico en el problema, lo que ha sido aprovechado por inconfesables intereses políticos y económicos de ese país para postergar las decisiones hasta que se ‘superen las ambigüedades’.
Otros autores, cuyos estudios puedo proporcionar a quien se encuentre interesado, exploran también la forma cómo esta incertidumbre ha sido manufacturada en los medios norteamericanos y documentan cómo algunas industrias, por ejemplo, la del tabaco o la petrolera, asignan la etiqueta de ‘ciencia basura’ a algunos estudios para deslegitimarlos y cuestionar la validez de la evidencia científica en la que se basan las regulaciones ambientales.
Lo que me preocupa personalmente de esto, es que medios serios como La Jornada Veracruz hayan caído en la trampa tendida por algunos charlatanes, quienes mediante declaraciones sensacionalistas simplemente quieren llevar agua a su molino.
Tendría que exigir, pensando en compensar los posibles efectos nocivos que puede generar el oportunismo de referencia a la construcción de una representación social apropiada del cambio climático, que también me concedan las ocho columnas de la primera página.



[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el miércoles 19 de diciembre de 2012.
[2] Coordinador de la Cátedra UNESCO – UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”. http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx

La reforma educativa que viene



La reforma educativa que viene[1]

Edgar J. González Gaudiano[2]

Hace unos días el Ejecutivo envió para su discusión en la Cámara de Diputados una iniciativa de reforma constitucional en materia educativa. En el fondo es una propuesta para que el Estado mexicano recupere una rectoría en materia educativa, que nunca debió haber perdido.
La propuesta consiste en reformar el artículo 3° Constitucional, a fin de establecer un sistema profesional de docentes, considerando que en ellos recae el rol principal de la calidad del proceso educativo. Por lo mismo, es una responsabilidad del Estado darles certidumbre en su ingreso, permanencia y promoción en el servicio.
Para ello, se dotará de autonomía a un Instituto Nacional de Evaluación para la Educación y se establecerá una norma para crear el sistema de operación y gestión educativas, con el mandato al INEGI de realizar de inmediato el registro nominal de escuelas, profesores y estudiantes.
Alguien de cualquier otro país, se preguntaría por qué no era esto así antes de esta administración. Se extrañaría que a estas alturas del partido no sepamos con exactitud cuántas escuelas, maestros y estudiantes hay y que fuese el sindicato magisterial el que ha tomado hasta ahora las decisiones sobre las plazas docentes.
Pero así es y aunque el SNTE ha manifestado que apoya dicha reforma, la iniciativa está dirigida contra el grupo dirigente del mismo que ha mantenido como rehén al gobierno y al país, con sus caprichosos chantajes y sus desplantes autoritarios.
Ojalá que los cambios impliquen el fin de esas canonjías inadmisibles, como el ejército de 45 mil comisionados para realizar tareas sindicales, con los cuales el grupo dirigente del SNTE ha construido un partido político que se arrima a la sombra que mejor cobije sus perversos intereses.
Ojalá se acaben también el turbio manejo de cuotas y otras prestaciones que se negociaban para el apoyo a maestros y que terminaban en manos de incondicionales, corrompiendo hasta el sentido del servicio profesional de carrera en el sector educativo, tanto federal como de los estados.  
La iniciativa también prevé crear hasta 40 mil escuelas de tiempo completo durante el sexenio con jornadas de seis a ocho horas diarias, para aprovechar mejor el tiempo y para suministrar ahí donde se requiera los alimentos para los niños, provenientes de micro empresas locales con la prohibición constitucional de distribuir y consumir aquellos que no cumplan con las normas oficiales de salud.
        Aquí me han llamando la atención las denuncias que algunos diputados han hecho sobre la excesiva presión que cabilderos de las empresas de comida chatarra están ejerciendo para eliminar esta parte de la iniciativa. Esto es, al igual que el SNTE las empresas de golosinas, frituras y refrescos que han convertido a la población mexicana en obesa y propensa a toda una serie de severos problemas de salud, se sienten amenazadas en sus pingües ganancias.
No es posible ceder en este aspecto, que se intentó poner en marcha sin éxito durante los gobiernos de Fox y Calderón que se rindieron sumisamente a dichas presiones.
        La rectoría del Estado en materia educativa recuperará para los maestros mexicanos la dignidad de su trabajo, al no quedar ya su ingreso, estabilidad y futuro a expensas de intereses espurios. Sin embargo, no será fácil suprimir ese cáncer maligno que invade de arriba a abajo la estructura del sector de educación básica del país, por lo que próximamente veremos de qué madera están hechas las autoridades federales, estatales y municipales o si todo es cera de panal.   
No se resuelve todo con esta reforma. Habrá que trabajar mucho para abatir los altos índices de analfabetismo y deserción escolar; para incrementar los bajísimos niveles de calidad educativa; para terminar con las simulaciones en el desempeño escolar; y otros muchos etcéteras.
Pero la reforma constituye un gran paso en la dirección correcta. Después de este paso demos los otros que se necesitan dar para que la educación pública se convierta efectivamente en el factor que tienda a desarrollar en armonía, todas las facultades del ser humano y fomente en él, a la vez, el amor a la patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia.



[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el martes 18 de diciembre de 2012, p.6.
[2] Coordinador de la Cátedra UNESCO – UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”. http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx

lunes, 10 de diciembre de 2012

El colapso xalapeño


El colapso xalapeño[1]
Edgar J. González Gaudiano[2]
 
La semana pasada la vialidad en la ciudad de Xalapa se desquició. Recorridos que usualmente requieren de quince minutos, se llevaban tres cuartos de hora. Varias son las causas que podemos inferir para explicar esta problemática condición.
Primero, tenemos los asuntos que llamaremos normales, como el desmedido parque vehicular que satura a una ciudad que no tiene condiciones apropiadas de vialidad por razones orográficas e históricas. Algunos reportes hablan de 150,000 vehículos en Xalapa, de los cuales 8,000 son taxis y 4,000 autobuses y camiones. Se trata de una concentración vehicular excesiva sobre todo de taxis, si consideramos que están continuamente circulando.
Sin embargo, el principal problema es que a pesar de la precaria vialidad, la superficie útil de rodamiento se encuentra ocupada al menos en un 50% como estacionamiento durante toda la jornada laboral. Eso reduce la circulación en numerosas calles a un solo carril, agravado en los hechos por la escasa cultura cívica, ya que basta con encender las luces intermitentes para que algunas personas consideren que eso justifique obstruir la circulación.
Numerosas señales que prohíben el estacionamiento son olímpicamente ignoradas, sin que nadie se encargue de infraccionar o de retirar a los vehículos implicados. Los pequeños accidentes entre dos vehículos que permanecen estorbando hasta que llegue el ajustador del seguro, agudizan el problema.
Segundo, tenemos las causas extraordinarias. Entre las que se encuentra la rehabilitación de arterias que efectivamente ya requerían de arreglos, como Rafael Murillo Vidal. El problema es que a pesar de que se mantuvo la circulación por uno de los carriles, algunos días desviaron el tráfico por el Tejar hasta la avenida 20 de Noviembre que se convirtió en un gran tapón. Para poder redirigir el tráfico hacia vías alternas se requiere también evitar el estacionamiento en ellas, así como la descarga de materiales en horas críticas, reprogramar obras, asignar agentes de tránsito y otras medidas que faciliten la circulación. Nada de eso se ha hecho y los ciudadanos hemos sido dejados a nuestra cuenta y riesgo.
Ahora que ha empezado a hacerse lo mismo en la avenida Lázaro Cárdenas para aplicarle concreto hidráulico en su parte urbana, es decir, de la Araucaria hasta la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan), no podemos imaginar el caos que esto va a provocar en toda la ciudad, si no se aplican medidas bien planeadas y mejor ejecutadas de circulación por vías alternas durante todo el periodo de los seis meses que durará la obra.
Considerar que es viable emprender dicha rehabilitación sólo porque ya funciona el libramiento de Xalapa es una gran equivocación, considerando que continúan atravesando la ciudad grandes trailers cuyos conductores seguramente quieren ahorrarse los altos costos del libramiento. Esos trailers al compartir un carril estrecho con vehículos mucho más pequeños también constituirán por sí mismos un factor de alto riesgo. 
Ahora bien y considerando que los vehículos no están recorriendo más de siete kilómetros por litro en promedio por las condiciones antes descritas, eso significa al menos 800 gramos de Dióxido de carbono por kilómetro recorrido por cada auto, suponiéndolo bien afinado (lo cual tampoco es el caso, al menos para el transporte público); esto es, 120 toneladas de dióxido de carbono aproximadamente por kilómetro se descargan a la atmósfera en la ciudad. Obviamente, más tráfico durante más tiempo implica mayores emisiones de gases de efecto invernadero y peores condiciones ambientales para la población de la ciudad.
Tal situación hace que cualquier medida de mitigación de gases de efecto invernadero para contribuir a disminuir los embates del cambio climático, que pudiera impulsarse por parte de la Secretaría de Medio Ambiente, queda drásticamente anulada por las condiciones del tráfico en la ciudad.
Ello demuestra claramente que la política ambiental no se reduce a las acciones que pueda tomar una determinada Secretaría, sino que ha de ser una responsabilidad compartida y coordinada por todos los sectores, en este caso, por Tránsito del Estado y el Ayuntamiento. De otro modo, no tiene ni caso hablar de política ambiental.


[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el lunes 10 de diciembre de 2012. 
(2) Coordinador de la Cátedra UNESCO – UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo. http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx/

 
 

lunes, 3 de diciembre de 2012

¿Desarrollo sustentable o sostenible?


¿Desarrollo sustentable o sostenible?[1]

 

Edgar J. González Gaudiano[2]

 

En 1987 apareció en idioma inglés el reporte Nuestro Futuro Común, también conocido como Informe Brundtland, el cual popularizó el concepto que en ese texto se designó como sustainable development.

De inmediato, se procedió a trasladar a otros idiomas este neologismo. La primera mención en español que leí al respecto lo traducía como desarrollo sostenido; el cual muy pronto fue desechado porque remitía a un proceso de crecimiento económico mantenido en el tiempo, pero no aludía a los otros componentes de equidad social y calidad ambiental, consustantivos del mismo.

Hubo algunas reuniones entre representantes de países hispanohablantes para acordar una traducción común, puesto que algunos lo entendían como sustentable y otros como sostenible. Al final no hubo acuerdos y se dejó que cada país lo tradujera como quisiera pero se considerarían sinónimos. De ese modo, México, Argentina y Chile, entre otros, se decidieron por sustentable y así aparece contenido en la normatividad nacional respectiva. Los otros países de América Latina y España se inclinaron por sostenible. Brasil prefirió usar sustentable en su traducción al portugués.

Recuerdo al presidente Vicente Fox en un discurso haber dicho que el desarrollo de México sería sostenible y sustentable. De hecho, puso al desarrollo sustentable como columna vertebral de su Plan Nacional de Desarrollo y ya ven cómo nos fue. A partir de eso, el desarrollo sustentable empezó a formar parte del discurso político como un fin en sí mismo. Al igual de lo que ocurrió cuando apareció la ecología, donde había ecotaxis por usar gasolina sin plomo o eco-hoteles por poner lámparas solares en los jardines; ahora se dice que vamos en el camino de la sustentabilidad aunque suele no tenerse siquiera una idea aproximada de sus implicaciones.    

El día sábado pasado, durante su primer discurso a la nación, el presidente Peña Nieto mencionó en diferentes partes de su intervención ambos conceptos: sostenible y sustentable. En una posición pragmática tipo Den Xiaoping, artífice del milagro económico chino, quien dijo “No importa que el gato sea negro o blanco, con tal que cace ratones”, podríamos decir: No importa que sea sostenible o sustentable mientras se impulse un desarrollo nacional con crecimiento económico, con equidad social y con conservación de la calidad del ambiente.

De hecho, dos de los cinco ejes de gobierno anunciados el sábado pasado podríamos decir que condensan este propósito: Lograr un México incluyente (equidad) y Lograr un México próspero (crecimiento con aprovechamiento sustentable de los recursos naturales). El problema es que hubo tal ausencia de menciones a la política ambiental, que no sabemos si el tema de sustentabilidad es sólo un elemento de modernización del discurso político, sin significado alguno o cobrará expresión en políticas concretas consistentes con el mismo.

Por lo pronto, ninguna de las primeras trece decisiones se refiere a lo ambiental y la designación de un titular de Semarnat sin relación aparente con temas ambientales, no anticipa buenos augurios, si bien Juan José Guerra ha sido consejero del Centro Mario Molina para Estudios Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente.

Yo siempre he sido un optimista irredento y quiero pensar que esta etapa del país que se ha iniciado va a ser para bien. Ya que esos doce años de gobiernos panistas hicieron fracasar las esperanzas depositadas en la alternancia democrática. Hoy tenemos mucho más desigualdad, unos pocos súper ricos y más millones de pobres con hambre, como lo reconoció el sábado el nuevo presidente; escasas oportunidades de salir adelante, más desempleo, más violencia social y más degradación y agotamiento de la base material de todo proceso de desarrollo: nuestros recursos naturales y ecosistemas. Concederé el beneficio de la duda, pero sólo por un tiempo razonable. Me encantaría que la política y los políticos me sorprendieran positivamente.

 

   

 



[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el lunes 3 de diciembre de 2012.
[2] Coordinador de la Cátedra UNESCO – UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”  http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx