lunes, 25 de febrero de 2013

Agua de Veracruz para Nuevo León


Agua de Veracruz para Nuevo León[1]

Edgar J. González Gaudiano[2]

Es de llamar la atención el silencio informativo en torno del trasvase de agua del rio Pánuco al estado de Nuevo León. Se habla más del tema incluso en Monterrey que son los que serán beneficiados, que en nuestro estado, aunque hace unos días se anunció que el ayuntamiento de Pánuco promoverá una controversia constitucional que revoque la autorización federal para este proyecto.

Los trasvases son obras hidráulicas que tienen como finalidad llevar agua a otra cuenca vecina que no tiene suficiente disponibilidad del líquido. Es este caso se trata de trasladar agua a casi 400 kilómetros de distancia elevándola a medio kilómetro sobre el nivel del mar y atravesando parte de los estados de San Luis Potosí y Tamaulipas.

En el mundo estas obras provocan conflictos entre las cuencas donantes y las receptoras, debido a que suelen implicar la construcción de embalses que inundan grandes extensiones, afectan actividades productivas (por ejemplo, el cultivo de caña de azúcar) y los ecosistemas cuenca abajo, así como la construcción de los acueductos generan efectos barrera y producen gran cantidad de desechos de material de construcción, entre otras de sus consecuencias.

Asimismo, en Europa la reducción en el vertido de sedimentos al mar desde los ríos como efecto directo de la disminución de su caudal,  producido en décadas recientes por la construcción de embalses, ha traído consigo la reducción e incluso desaparición de numerosas playas del Mediterráneo y se han afectado los recursos pesqueros de las zonas ribereñas, vitales para la economía de grupos de población local.

El proyecto de trasvase del Pánuco a Nuevo León se conoce como Monterrey VI con una inversión entre 14 y 16 mil millones de pesos y una duración de treinta a treinta y seis meses. Si bien se afirma que la obra asegurará el abasto de agua para el área Metropolitana de Monterrey para los próximos 50 años, lo cierto es que está asociada a suministrar líquido para poderosos planes de negocio que incluyen la insustentable expansión del área metropolitana hacia los municipios de García y Escobedo, ubicados al norte de la ciudad (expansión que se ha denunciado ha sido promovida por la constructora de la familia del gobernador Rodrigo Medina). Asimismo, el agua también estaría dirigida a la nueva siderúrgica que se construye en Linares, Nuevo León. 

Según el Reporte Índigo, es el negocio del sexenio y que fue inexplicablemente aprobado, pese a haber sido el más caro de los seis proyectos que se analizaron para encontrar nuevas fuentes de abastecimiento para Nuevo León.  En términos generales, consiste en un acueducto que conducirá agua desde el río Pánuco en Ébano, San Luis Potosí, hasta descargarla en la estación de bombeo de Cerro Prieto-Monterrey, Nuevo León. El proyecto contará con 6 estaciones de bombeo distribuidas en Ébano, González, Casas e Hidalgo, y con 6 tanques de cambio de régimen en Ébano, González, Llera, Casas y Villagrán.

De igual forma, el esquema financiero con base en una mezcla de recursos federales y privados comprometerá las finanzas de Agua y Drenaje de Monterrey por los próximos 30 años. Además, los usuarios del servicio de agua potable en el Área Metropolitana de Monterrey terminarán pagando los costos de operación, mantenimiento y amortización de la empresa privada a cargo de la obra. Se estima que los pagos podrán alcanzar hasta los mil millones de pesos anuales en el momento en que el acueducto esté funcionando a su máxima capacidad de 5 mil litros por segundo, lo que se traducirá en un incremento en las de por sí inequitativas tarifas que actualmente cobra la empresa paraestatal.

Si el agua del Pánuco está destinada a apoyar procesos productivos de mayor rendimiento económico como el de la Siderúrgica de Linares y la expansión urbana de Monterrey, una vez construido el acueducto la creciente demanda en la cuenca receptora va a provocar que se envíe la mayor cantidad de agua posible por la infraestructura, especialmente durante años de sequía, sin considerar las afectaciones de la cuenca donante.

Los trasvases de cuenca no suelen eliminar por sí solos los déficits existentes en las cuencas receptoras. De hecho, lo único que puede disminuir la demanda de agua y el crecimiento del consumo es la percepción social de escasez, aunada a la educación ambiental y a incentivos económicos socialmente equitativos.

Así que el simple anuncio de la posible realización de grandes obras de trasvase de agua como el de Monterrey VI, seguramente va a disparar la demanda de agua en Nuevo León de forma espectacular, no sólo para el abastecimiento doméstico, sino para nuevos negocios privados, agropecuarios, inmobiliarios e industriales, aunque sean impropios para una región semidesértica.

Nuevamente los recursos naturales de las regiones menos desarrolladas seguirán alimentando la economía de las regiones más prósperas, sin que ello derive en el mejoramiento de la calidad de vida la población donante, sino todo lo contrario.

 

 



[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el lunes 25 de febrero de 2013, pág. 6.
[2] Coordinador de la Cátedra UNESCO – UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”. http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx

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