domingo, 14 de abril de 2013

El cambio climático ¿Quién habla por él?


El título de esta entrega hace referencia a un libro que se está rápidamente convirtiendo en una referencia obligada. Se trata de la obra de Maxwell T. Boykoff, publicado por la editorial de la Universidad de Cambridge: Who speaks for the climate? Making sense of media reporting on climate change, lo que en castellano podríamos traducir como: ¿Quién habla por el cambio climático? Dando sentido a lo que informan los medios de comunicación sobre el cambio climático.
Y el asunto viene a cuento porque el sábado 30 de marzo pasado, en estas mismas páginas, se publicó un artículo de Claudia H. García, que responde a afirmaciones hechas en un similar firmado por mí el 19 de diciembre de 2012, que lleva el título de “Los charlatanes de siempre”, el cual puede ser consultado en el archivo de este diario o en mi blog personal: egonzalezgaudiano.blogspot.mx. Se tardó tres meses y medio en construir una respuesta.
Pero no deseo entablar una polémica con dicha señora, a quien no tengo el gusto de conocer, porque respeto mucho el disenso. Estoy convencido de que es un ingrediente fundamental de la construcción de una opinión pública bien informada. El problema es que en el comentario de referencia, nuevamente, como en la entrevista que yo criticaba en el artículo del 19 de diciembre se vuelven a mezclar todo tipo de asuntos, en un afán no sé si de confundir o por un estilo de redacción, pues se menciona desde mi lugar de nacimiento hasta mi contratación en la Universidad de Veracruzana. El alegato de la Sra. García en relación con el cambio climático cae por su propio peso, por lo que prefiero aprovechar este espacio para comentar lo que Boykoff opina sobre el papel que están desempeñando los medios de comunicación en la construcción de una representación social de este importantísimo fenómeno provocado para la actividad humana.
Es obvio que el cambio climático se ha convertido en un símbolo definitorio de nuestra relación colectiva con el medio ambiente, que ya no ha de ser visto como un mero problema ambiental o como tema científico, sino que está profundamente surcado por complejos intereses que se expresan a través de discursos que enfatizan algunos elementos y ocultan otros. Los medios de comunicación, sobre todo las noticias, pero también la publicidad y hasta el entretenimiento, se han constituido como agentes fundamentales que producen, interpretan y consumen representaciones y símbolos. Es decir, crean realidad.
Los medios, a nivel mundial, han influenciado e influencian todo en relación con el cambio climático: desde la orientación de la ciencia del clima hasta las nociones más informales de la comprensión pública de este fenómeno. De ahí que constituyen un objeto de investigación social de la mayor prioridad política, social y científica. Ese es justamente el planteamiento central del libro de Boykoff.
El análisis sumamente ilustrado con ejemplos específicos de medios y mediadores, así como estudios emprendidos por todo el orbe, no consiste en develar una conspiración internacional para obscurecer la formación de una opinión apropiada del fenómeno. Se reconoce que hay áreas que cuentan con una plena certidumbre científica, entre ellas el origen antrópico del fenómeno que la Sra. García intenta negar, y otras que no son completamente claras, por el momento, como la construcción de escenarios locales.
Se admite, desde luego, la mano negra en la prensa de los intereses de las empresas que se verían afectadas con un incremento de las políticas de respuesta, aunque también se señala que el manejo confuso de la información deriva de varios otros factores, entre los que destacan la propia complejidad del fenómeno, de las propias políticas de los medios que buscan “balancear” los puntos de vista, la ignorancia de muchos comunicadores, la intervención de los llamados idiotas útiles y hasta la resistencia e incapacidad de los científicos para encarar entrevistas y comunicaciones que puedan trasladar al público lego asuntos de una alta sofisticación científica.
De ese modo, el tema del cambio climático tiene todo tipo de interlocutores e interlocuciones. Por ejemplo, algunas empresas y corporaciones han identificado el creciente interés por el cambio climático de un cierto sector de la población con capacidad de compra y han promovido el discurso de la “neutralidad de emisiones”. Incluso algunas organizaciones no gubernamentales han visto estas medidas, como un buen avance hacia la descarbonización de las prácticas industriales. Otras, por el contrario, denuncian que tales medidas son sólo nuevas formas de “pintarse de verde” por parte de las empresas para ocultar los negocios de siempre.
No puedo extenderme mucho más en estos comentarios. Para cerrar sólo quiero insistir en la necesidad de comenzar a desarrollar análisis de los discursos que los medios producen sobre el cambio climático y en este esfuerzo hay que saber colocarnos en una posición que nos permita ponderar los extremos de las narrativas que se construyen; es decir, tanto los discursos apocalípticos sobre el fenómeno que quieren convencer por el temor, como las proclamas negacionistas del mismo que sólo le hacen el caldo gordo a los grupos de interés que están retrasando la adopción de políticas de respuesta.
1.- Coordinador de la Cátedra Unesco-UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”. http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx

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