martes, 28 de mayo de 2013

El mundo al revés en política ambiental

El mundo al revés en política ambiental[1]

Edgar J. González Gaudiano[2]

Lo que sea de cada quien durante la docena trágica de los gobiernos panistas, la política ambiental tuvo bastante juego. Al menos en el papel. Vicente Fox, por ejemplo, estableció en el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006 que el desarrollo sustentable sería la columna vertebral de su gobierno. Incluyó lo ambiental en el gabinete económico, en el de seguridad y en el social. Pero por principio de cuentas fragmentó la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, al quitar el manejo pesquero de su campo de atribuciones y desmantelar equipos de trabajo calificados que había costado mucho integrar, para abrirle espacio a panistas y simpatizantes sin perfil ni experiencia. La conducción de la Secretaría fue tan desastrosa que durante el periodo hubo tres titulares que no ataban ni desataban. Como consecuencia la gestión ambiental del país tuvo una caída estrepitosa.
Durante el sexenio de Felipe Calderón, por primera vez en la historia, la educación ambiental se mencionó explícitamente en el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012. Hubo un solo secretario, pero fue como si no hubiese habido. La Semarnat fue prácticamente invisible en el juego de fuerzas políticas en el país. Cuando se publicaban los resultados de las encuestas anuales de la gestión gubernamental promovidas por algunos periódicos, hubo ocasiones en que se les olvidaba incluir a la Semarnat.
 Sin embargo, el tema del cambio climático fue enarbolado como bandera de política (principalmente para consumo externo). En 2007 apareció la estrategia nacional de cambio climático y en 2009 el primer programa especial de cambio climático. En Cancún se celebró en 2010  la COP 16 y se atrajeron muchos reflectores en esta materia. Todo eso le valió a Felipe Calderón recibir premios internacionales e incluso nacionales por su política de cambio climático, tales como  el que le  otorgó el PNUMA de Campeones de la Tierra (2011);  otros recibidos fueron el de Stars of Energy Efficiency (2009), el Premio Globe de Liderazgo Internacional de Medio ambiente, por anunciar la creación de un Centro de Desarrollo Sustentable que nunca entró en funciones y el Teddy Roosevelt por su liderazgo en materia ambiental (2012). La Fundación Miguel Alemán le otorgó el Premio Ecología y Medio Ambiente (2011). No tiene caso alguno dar la lista completa. Hace unos días se anunció que se incorporaba al consejo de directores del World Resources Institute. No tengo idea de qué pueda aportar ahí.
A eso se ha de haber dedicado el Secretario Rafael Elvira durante todo el periodo de gestión: a promover una imagen internacional de ambientalista de su jefe, porque no se avanzó en casi nada más. Premios iban y venían, mientras se entrega el 30% del territorio del país a empresas mineras extranjeras para que exploten minerales a cielo abierto y contaminen aire, suelo y agua, destruyan comunidades enteras por unos cuantos empleos de peones asalariados y sin pagar impuestos. Y esta es sólo una de las muchas contradicciones de política en las que se incurrió.  
El modelo de desarrollo impulsado por el país dista mucho de encontrar el camino hacia la sustentabilidad. Nuestros ecosistemas están en un estado crítico; contamos con un marco normativo de buena manufactura pero disperso y, lo peor, no se aplica. Se mantiene un uso desordenado del territorio y sujeto a colosales presiones por los grupos de interés económico y la expansión errática de los núcleos urbanos sometidos a la especulación inmobiliaria. Ese fue el legado de nuestro multipremiado expresidente, aunque el mérito no es sólo suyo. El drama que se vive en el campo, el caos de las ciudades y la degradación de los ecosistemas es un resultado acumulado de las políticas públicas aplicadas, sobre todo, durante los últimos 50 años.
Todo esto viene a cuento porque se acaba de dar a conocer el nuevo Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018. En él se establecen cinco ejes: México en Paz, México incluyente, México con educación de calidad, México próspero y México con responsabilidad global. Me hubiese gustado un eje de México hacia la sustentabilidad. Pero no, la política ambiental se encuentra incluida dentro del eje México próspero; es decir, estará subordinada a la política económica. Ya sabemos lo que eso puede implicar. Se dice que se buscará un “crecimiento verde incluyente y facilitador que preserve nuestro patrimonio natural al mismo tiempo que genere riqueza, competitividad y empleo”. Se ve complicado conservar el color verde en el crecimiento en un escenario internacional económicamente adverso y un país urgido de crear empleos estables y dignos que ayude a levantar a la población de la postración en la que se encuentra, especialmente de los jóvenes.
El PND 2013-2018 tiene cuatro estrategias para la política ambiental: 1) implementar una política integral de desarrollo que vincule la sustentabilidad ambiental con costos y beneficios para la sociedad; 2) implementar un manejo sustentable del agua, haciendo posible que todos los mexicanos tengan acceso a  ese recurso; 3) fortalecer la política nacional de cambio climático y cuidado al medio ambiente para transitar hacia una economía competitiva, sustentable, resiliente y de bajo carbono y, 4) proteger el patrimonio natural. Ya veremos cómo se concretan están estrategias y sus líneas de acción en los correspondientes programas sectoriales de medio ambiente y de energía; los programas nacionales forestal e hídrico y en los programas especiales asociados (cambio climático y desarrollo rural sustentable, así como el de producción y consumo sustentable, entre otros).
Llama la atención, sin embargo, que entre los catorce indicadores de los “temas considerados  como prioritarios para darle puntual seguimiento y conocer el avance de las metas establecidas”, no haya ninguno que tenga que ver con asuntos del medio ambiente. Ergo, no son temas prioritarios y por lo mismo podrán ser soslayados. 
Algunos pensamos que como vivimos un mundo al revés, y si en los dos sexenios anteriores cuando la política ambiental estuvo en la vitrina lo que resultó fue un desastre mayúsculo, tal vez ahora que se encuentra en una posición completamente subordinada al crecimiento económico puede ser que esta vez, a lo mejor, quizá, posiblemente, sí veamos resurgir los criterios ambientales en la forma como se conduce el desarrollo del país. De no hacerlo, los pasivos ambientales que ya son muchos, seguirán acumulándose en prejuicio de los mexicanos que ahora vivimos y de los que aún no nacen.     




[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el martes 28 de mayo de 2013, p. 6.
[2] Coordinador de la Cátedra UNESCO- UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”. http://edagrgoznalezgaudiano.blogspot.mx

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