miércoles, 2 de febrero de 2011

La escuela fallida

Édgar González Gaudiano



No deja de sorprender la cantidad de información que confirma la situación que guarda el Sistema Educativo Nacional. Por un lado, los datos provenientes de organismos internacionales muestran con crudeza el bajo desempeño de los estudiantes y las carencias en la formación de los docentes. El sistema escolar en México, en este momento y a un nivel sin precedente alguno, es presa de intereses extraeducativos bien podrían ser calificados de delincuencia organizada.
No me refiero solamente al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación  (SNTE),  amenaza que pende cual espada de Damocles sobre el futuro del país y de millones de mexicanos. Una organización gremial convertida en corporación electoral para negociar codiciosas prebendas con base en el chantaje y la presión y que, obviamente, no conciernen a la calidad del sistema educativo.
Me refiero también a los ineficientes, obsequiosos y complacientes funcionarios y políticos, quienes entrampados en sus propias maniobras por mantenerse en el ejercicio del poder, colocan en la mesa de las apuestas las posibilidades del país de salir adelante en un mundo cada vez más competitivo. Hasta la administración de Miguel de la Madrid vimos secretarios de educación pública que verdaderamente merecieran serlo. Después de Jesús Reyes Heroles, el escritorio de Vasconcelos ha estado en manos de improvisados advenedizos, con sus raras excepciones.
No es de extrañar entonces que la educación en el país esté en la postración en la que se encuentra y que países que hace dos décadas se encontraban considerablemente más atrasados que nosotros, como Corea del Sur, ahora estén adelante en muchos terrenos incluyendo por supuesto el educativo. Invertimos poco en educación, con un presupuesto que se destina principalmente a cubrir salarios, casi nada en ciencia y tecnología, a pesar de que de esa manera se viola la ley que obliga a invertir al menos el 1% del PIB, pues apenas llegamos al 0.4%.
La universidad pública cada año tiene que defender vigorosamente sus presupuestos, mientras el financiamiento para los partidos llega a niveles obscenos en un país donde cada vez hay más pobreza alimentaria o hambre, para decirlo sin eufemismos.
Con pesadumbre vemos que los actuales funcionarios educativos, que no autoridades, son incapaces de aplicar medidas aprobadas por el Congreso para restringir la venta de comida chatarra en las escuelas para combatir la creciente obesidad infantil; problema en el que ocupamos el lamentable primer lugar mundial y que requerirá en el futuro enormes inversiones para atender la consecuente expansión de enfermedades cardiovasculares crónicas que se derivarán de esta negligente irresponsabilidad.

Y son incapaces porque los intereses nacionales se encuentran comprometidos ante empresarios chatarreros de pastelitos, fritangas y refrescos, así como ante los medios de comunicación que promueven el consumo desmedido y procaz sin limitación alguna. 

Coordinador de la Cátedra UNESCO-Universidad Veracruzana “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”.

Publicado en el Milenio El Portal, 31 de enero 2011

2 comentarios:

  1. ...Una crítica un tanto peligrosa para el amplísimo criterio del Sr. Lujambio que dice que quien cree que la educación no es prioridad nacional "o es un ignorante o es mentiroso"...y si no que lo diga Moreira!

    Cynthia NMF

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  2. Entiendo muy bien sus comentarios sobre la SEP, y desde mi punto de vista como docente en ésta institución, considero que nuestro papel como conductores de la niñez y la juventud es proporcionarles además de conocimientos, habilidades, actitudes. Además es necesario ofrecerles lo mejor de nosotros siendo un buen ejemplo como ciudadano(a) responsable, honesto(a), autocrítico(a), comprometido(a) socialmente y más. Clori 09022011

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