lunes, 1 de agosto de 2011

Rio + 20 ¿A quién le importa?

Rio + 20 ¿A quién le importa?[1]
Edgar González Gaudiano[2]
 Hace casi 20 años, del 3 al 14 de junio de 1992, se celebró en Río de Janeiro, Brasil, la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, conocida también como Cumbre de Río o Cumbre de la Tierra. Participaron 172 países representados por 108 jefes de estado y de gobierno. Los debates abordaron el deterioro del medio ambiente, los efectos de la contaminación industrial en la salud y los problemas derivados de la escasez del agua, entre otros muchos. Fue un momento culminante de la política ambiental internacional y se aprobaron documentos fundamentales para ordenar y regular dichos problemas: la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, la Agenda 21, la Convención sobre la Diversidad Biológica, la Declaración sobre los Bosques, la Convención para Combatir la Desertificación y la Convención Marco sobre el Cambio Climático. En forma paralela a la reunión oficial, se celebró el Foro de la Sociedad Civil en el que participaron alrededor de 2,400 representantes de organizaciones ambientalistas y que generó 39 tratados que establecían el punto de vista no oficial sobre los temas ambientales.
A los diez años de distancia, del 26 de agosto al 4 de septiembre de 2002, en Johannesburgo, Sudáfrica, se llevó a cabo la Cumbre de Naciones Unidas para el Desarrollo Sustentable. Fue el reverso de la moneda. Frente al entusiasmo y esperanza de Río, aquí prevaleció el desánimo y el desencanto. Los países desarrollados no querían negociar nada. No se había avanzado prácticamente en ninguno de los acuerdos de Río e incluso la mayoría de los asuntos se habían agravado. Los temas nuevamente fueron la crisis del agua, biodiversidad, energía, pesquerías y gobernanza global, entre otros. Hubo oposición a que se incluyera en el texto de la declaración política al Principio Precautorio y al Protocolo sobre Bioseguridad que trata sobre los organismos genéticamente modificados y no se aprobaron metas sobre el uso de un porcentaje mínimo de energía de fuentes renovables.
La negociación se empantanó mucho porque un año antes, mientras se realizaban las reuniones preparatorias que es donde verdaderamente se toman los acuerdos, ocurrió el ataque del 11 de septiembre a las torres gemelas de Nueva York. Eso cambió todo el orden de prioridades mundiales. Incluso la fecha de la cumbre tuvo que ser adelantada una semana, porque coincidiría con el primer aniversario del atentado terrorista. Johannesburgo fue un anticlímax, tanto en el sentido metafórico como literal. El crecimiento de la desigualdad mundial y de la degradación ambiental durante esa década como consecuencia de la globalización, hicieron que el financiamiento de por sí insuficiente, fuera cada vez más precario para atender compromisos que son recurrentemente postergados, llenos de ambigüedades y sin plazos concretos para su cumplimiento.
Estamos a menos de un año de celebrar la segunda Cumbre sobre Desarrollo Sustentable, que tendrá lugar nuevamente en Río de Janeiro del 28 de mayo al 6 de junio en 2012. Nos encontramos incluso en peores condiciones que en el proceso de Johannesburgo. Los problemas ambientales no sólo se han agravado: crisis del agua y energética, inseguridad alimentaria, cambio climático, etcétera, en medio de problemas financieros mundiales, sino que además se observa una creciente incapacidad del sistema de Naciones Unidas de ejercer presión para llegar a acuerdos trascendentes y vigilar su cumplimento. 
El tema principal a discutirse será ahora el marco institucional del desarrollo sustentable y la economía verde para erradicar la pobreza, una propuesta que ya ha empezado a recibir muchas críticas por considerarse sólo un disfraz de oveja para que los lobos de las corporaciones multinacionales continúen con sus negocios de siempre. Erradicar la pobreza, discurso tramposo recurrente que oculta el imperativo de combatir la opulencia y la desigualdad. Los organismos de Naciones Unidas piden ver esto como un proceso de largo aliento, en el que desde Río 92 se encuentran establecidos los ejes fundamentales de la negociación. Piden que seamos ambiciosos en el proyecto global y modestos en las expectativas. El problema es que todas las evaluaciones del estado del medio ambiente señalan que estamos llegando a peligrosos puntos sin retorno, toda vez que el medio ambiente ha sido la principal fuente de financiamiento para que en estos veinte años el comercio haya crecido tres veces y el producto mundial bruto casi dos: tan sólo las emisiones de CO2 se incrementaron un cincuenta por ciento.
Pero a nivel nacional el tema tiene dimensiones dramáticas. La política ambiental es poco menos que inexistente con una levedad insoportable frente a otros sectores, pese a que el tema del cambio climático y la reforestación le ha redituado buenos dividendos externos al Presidente Calderón. No se había visto tal desmovilización y falta de interés de la sociedad civil de cara a una cumbre tan significativa y próxima. Ni siquiera en la academia estamos debatiendo. Los partidos políticos de oposición, principalmente el PRI, parecen apostarle a esa vieja máxima de la ultraizquierda de los años setentas que rezaba “Mientras peor, mejor”, a fin de agudizar las contradicciones, por lo que no mueven un ápice de sus voluntades para que se resuelvan los problemas que nos aquejan. Al fin y al cabo, estiman que el costo político lo pagará el gobierno federal. Mientras tanto los tres partidos mayoritarios y el Verde como adherencia intestinal, impulsan la energía nuclear a contracorriente de lo que está ocurriendo en el mundo. Es lamentable ver cómo en este país es rehén de los procesos electorales, mientras la población sufre carencias y desastres recurrentes al nivel de tragedia humanitaria.
Frente a la ingente violencia, el desempleo, la migración, la crisis política y del sistema judicial, el derrumbe institucional, las campañas del 2012, el caso Hank Rohn, Elba Esther Gordillo versus Miguel Ángel Yunes, la Estela de Luz, OHL, la corrupción rampante, la impunidad, el torneo de apertura 2011 y los que se acumulen esta semana, ¿a quién le importa Río + 20?





[1] Publicado en La Jornada Veracruz el 22 de julio de 2011.
[2] Investigador del Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana.

2 comentarios:

  1. Gracias por tu artículo Edgar. Nos alerta de un asunto muy importante que suele quedar perdido en la agenda política nacional...

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  2. Edgar: Ya circulé este artículo entre nuestr@s estudiantes, ahora que estamos revisando la crisis ambiental y sus diferentes expresiones, así como el recorrido que ha habido en conferencias internacionales. ¡gracias!

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