lunes, 12 de septiembre de 2011

La insistencia educativa sobre la basura

La insistencia educativa sobre la basura[1]



Edgar J. González Gaudiano[2]



Desde que la educación ambiental existe, el tema más socorrido ha sido el de los residuos sólidos. Numerosas organizaciones han orientado sus esfuerzos a promover diversas actividades educativas que van desde la separación de los distintos tipos de residuos sólidos que pueden reciclarse industrialmente (papel y cartón, vidrio, aluminio, etc.) y la producción de composta empleando los desechos orgánicos biodegradables, hasta la reutilización de algunos materiales para elaborar artículos diversos (juguetes, artesanías y cosas para la casa)

            Varios son los problemas que gravitan alrededor de tal situación. El más conocido y que genera reiteradas protestas, es el de que no sirve de nada tomarse la molestia de separar los residuos en la casa, si el camión recogedor los revuelve nuevamente, aprovechando durante la recolección sólo algunos de ellos. Esto es cierto, para aquellos que no llevan sus residuos clasificados a algún centro de acopio, es decir, para la mayoría.

            Otro problema es el de mucha gente que no cuenta con espacio en sus domicilios para poder destinarlo a la separación y, mucho menos, para la producción de composta. Dada la composición socioeconómica de nuestro país, una gran parte de las personas que habitan en las ciudades lo hacen en pequeños apartamentos en los que apenas cabe la familia. Muy pocos tienen su propio jardín o patio para ‘compostear’.   

            Por otra parte, las experiencias promovidas entre los niños para concentrar en la escuela (papel, aluminio y vidrio, principalmente) suelen generar muchos problemas al tener que ocuparse espacios destinados para otras actividades (canchas deportivas sobre todo) en tanto el material es recogido.

            Quienes hemos estado trabajando en proyectos de educación ambiental hemos visto que el tema de la basura produce una situación ambivalente. Por un lado, genera frustración entre mucha gente bien intencionada que quiere colaborar y que al cabo de un tiempo ve difuminarse sus esfuerzos sin obtener resultados tangibles. Por otro lado, genera entre algunos otros una situación de autocomplacencia: al separar la basura se está ‘poniendo el granito de arena’ y con ello ya se quedan tan tranquilos.

            Aclaro que no estoy en contra de las actividades relacionadas con el tema de los residuos. Es una vergüenza para el país ver cómo no sólo nuestras ciudades sino algunos de nuestros espacios naturales, playas turísticas e incluso sitios arqueológicos se encuentran llenos de basura. Pero la actividad debe estar pedagógicamente bien orientada dentro de un programa de mayor alcance. La basura es un buen tema para emprender acciones iniciales, ya que se trata de un problema socialmente sensible por su omnipresente visibilidad. Pero estas acciones deben moverse tanto hacia otros temas incluso más importantes ambientalmente hablando, como a un análisis de las prácticas dominantes de producción, distribución y consumo, donde un problema como el de los residuos puede encontrar mayor significatividad y por ende, un mayor potencial pedagógico.

            Es el caso, por ejemplo, de lo que ocurre alrededor de los programas que se impulsan en las escuelas de educación básica. Estos programas están usualmente inmersos en contrasentidos de distinto tipo. Primero, están enfocados en la forma de una competencia entre los grupos escolares por ver cuál de ellos reúne más material. Esto se ha llevado a veces hasta extremos perversos en los que los padres compran los materiales residuales en los propios centros de acopio, o se propicia un sobreconsumo de algunos productos,  para que sus hijos puedan cumplir con las exigencias institucionales. Segundo, más importante aun es que el programa casi nunca pone la finalidad educativa en el centro de la actividad, sino que lo que suele ocurrir es que se trata de una forma de allegarse de recursos financieros para una fiesta o cualquier otra cosa. De ahí que los alumnos no asocian el asunto del reciclaje de residuos con la conservación de recursos naturales o con el ahorro de energía, ni con nada que se le parezca.

            Un ángulo de crítica en todo este asunto, señala que todas estas acciones de corte individual que se han puesto en boga, sobre todo a partir de estas publicaciones ‘populares’ como: “50 acciones que un ama de casa puede hacer para salvar el mundo”, manejan un discurso pernicioso para el ambiente en general y la educación ambiental en particular:

            Primero, porque es un discurso que se sostiene sobre el supuesto de que si el problema está ocasionado por todos, de todos es la solución. Este planteamiento que pudiera parecer inocuo, oculta que las responsabilidades frente al problema ambiental son diferenciadas, por lo que no es lo mismo lo que un ama de casa puede y debe hacer, frente a lo que puede y debe hacer un empresario de la industria química, por ejemplo. De aquí el principio de ‘la responsabilidad compartida, pero diferenciada’ que ha aportado tanta luz al debate internacional.

            Segundo, porque la ‘solución individual’ a ultranza que responde bien a la metáfora del ‘granito de arena’, socava la acción colectiva y de organización política y, por tanto, las posibilidades de poner en marcha medidas más radicales. Las ‘buenas prácticas’ de la acción individual aislada en realidad no tienden a resolver el problema, sino a postergar su solución e incluso la verdadera toma de conciencia sobre el mismo, así como desvía la atención de responsabilidades sociales por parte del Estado, del sector privado, etc. que no han sido satisfactoriamente atendidas. Pero la contribución individual funciona bien para tranquilizar conciencias y, sobre todo, para ‘pintar de verde’ los comportamientos consumistas que encuentran de este modo atenuantes aceptados por las organizaciones ambientalistas.

            Tercero, este individualismo que para el tema de los residuos dio origen a la propuesta de las tres R’s (reclica, reusa y reduce), profundamente antropocéntrico según el código aplicado por los ‘ecologistas profundos’, coexiste sin contradicciones con las propuestas de la educación para la conservación más radicales (biocéntricas), lo que da cuenta de que el campo discursivo del ambientalismo es de un eclecticismo rampante que hace mucho más complicado formular propuestas pedagógicas consistentes.

            ¿Cómo canalizar entonces la inquietud de la gente que quiere participar, pero no sabe cómo? Informarse y organizarse podrían ser buenas respuestas, porque disponiendo de información oportuna y de calidad estaremos menos expuestos a la manipulación política de quienes se han aprovechado de la preocupación  social sobre el medio ambiente, para lucrar con el tema. Por su parte, la organización evita precisamente que nuestras decisiones personales de todos los días se desvanezcan en una actividad sin sentido. Esto ha quedado demostrado en los boicots que se han emprendido contra algunas empresas o productos, como ocurrió por ejemplo en 1989 cuando los ocho mayores fabricantes de aerosoles (Beecham, Carter-Wallace, Colgate-Palmolive, Cussons, Elida Gibbs, Gillette, L’Oreal y Reckitt-Coolman) se vieron obligados a sustituir los CFC’s empleados como propelente. Pero eso… es otra historia.  

            En fin, me parece que este asunto debe debatirse entre los educadores ambientales para intentar encontrar una mejor postura del gremio frente al problema de la basura, puesto que este tema domina aun el escenario de las tesis de licenciatura y de los proyectos de educación ambiental en áreas urbanas, neutralizando posibilidades de contribución de la educación y la comunicación al campo de la gestión ambiental y a la formación de una ciudadanía más informada y con mejores competencias frente a la desafiante complejidad de lo ambiental.





[1] Publicado en La Jornada Veracruz el 12 de septiembre de 2011, pág.6.
[2] Investigador titular en el Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana. www.edgargonzalezgaudiano.blogspot.com. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario