martes, 25 de septiembre de 2012

¿Es la tecnociencia una solución a los problemas humanos?



¿Es la tecnociencia una solución a los problemas humanos?[1]

Edgar J. González Gaudiano[2]

El desarrollo científico y tecnológico de los últimos cincuenta años es portentoso. A las generaciones que hemos vivido en ese periodo nos ha tocado vivir vertiginosos cambios que ni se soñaban unas cuantas décadas atrás. Por ejemplo, las telecomunicaciones y el internet han transformado de manera radical nuestros estilos de vida y para mucha gente vivir sin teléfono celular ahora se convierte en algo impensable, si bien los celulares no existían cuando nuestros padres eran jóvenes.
Sin embargo, este espectacular desarrollo ha contribuido a alimentar el mito de que todos los problemas contemporáneos pueden resolverse con más desarrollo tecnocientífico y la verdad es que eso ha sido más parte del problema que de la solución. El deterioro del medio ambiente, el incremento demográfico, el consumismo, la carrera armamentista y la pérdida de sentido de las vidas individuales de los seres humanos, por citar algunos, son problemas que han corrido en paralelo con este desarrollo tecnocientífico e incluso han sido también consecuencias de éste.       
En su libro “El principio de responsabilidad”, Hans Jonas advierte del peligro de tener expectativas de milagros inspiradas por una fe supersticiosa en la omnipotencia de la ciencia y la tecnología. Por ejemplo, si bien no podemos descartar que se descubran nuevas fuentes de energía o formas totalmente nuevas a las ya conocidas frente a la inminente declinación de las reservas de hidrocarburos, que al mismo tiempo que sostienen nuestros cómodos estilos de vida están produciendo problemas tan serios como el del cambio climático. Pero sería irresponsable, dice Jonas, fincar nuestro futuro sobre tales expectativas.
  Esperar que los complejos problemas del mundo sean resueltos con más desarrollos tecnológicos es una tremenda ingenuidad. Pero eso es lo que está ocurriendo. Se piensa que con cambiar los focos de luz incandescente por focos ahorradores o con adquirir equipos electrodomésticos más eficientes, estamos haciendo nuestra parte respecto a la emisión de gases de efecto invernadero.      
Al ser cada vez más dependientes de la tecnología, estamos no sólo perdiendo libertad sino volviéndonos más pasivos, dejando que nuestras vidas sean manejadas por otros protagonistas. Mientras sigamos ilusamente creyendo que la tecnología lo puede todo, continuaremos esperando soluciones técnicas para los problemas humanos. Nunca mejor que hoy cabe recordar las palabras de Albert Camus:

“El siglo XVII fue el siglo de las matemáticas, 
el XVIII de las ciencias físicas y el XIX el de la biología. 
Nuestro siglo XX es el siglo del miedo. 
Se me dirá que éste no es una ciencia. 
Pero (…) no hay duda de
que sin embargo es una técnica”.


[1] Publicado en La Jornada Veracruz, el martes 25 de Septiembre de 2012.
[2] Coordinador de la Cátedra UNESCO – UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”. http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx

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